La humanidad se coloca ante las gargantas de fuego,
un redoble de tambor, oscuras frentes de guerra,
pasos a través de la niebla de sangre; negro hierro pega,
desesperación, noche en cerebros tristes:
aquí la sombra de Eva, cacería y oro rojo.
Nubes, la luz atraviesa, la comunión.
Habita en el pan y en el vino un suave silencio
y están reunidos aquellos doce en número.
De noche se cubre el sueño bajo ramos de olivo;
Santo Tomás sumerge la mano en el estigma.
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