Amo a las mujeres que hace mil años
fueron amadas y cantadas por los poetas.
Amo a las ciudades cuyos muros vacíos
lloran el linaje de reyes de los viejos tiempos.
Amo a las ciudades que surgirán
cuando nadie que hoy viva esté sobre la tierra.
Amo a las mujeres —esbeltas, maravillosas,
que no nacidas aún reposan en el vientre de los años.
Ellas serán alguna vez, con su belleza de estrella pálida,
iguales a la belleza de mis sueños.
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