Oh, ritmo de la carne, oh melodía, 
Oh licor vigorante, oh filtro dulce 
De la hechicera forma! —no hay milagro 
En el cuento de Lázaro, si Cristo 
Llevò a su tumba una mujer hermosa!
Qué soy— quién es, sino Memnòn en donde 
Toda la luz del Universo canta,— 
Y cauce humilde en que van revueltas, 
Las eternas corrientes de la vida? —
Iba,— como arroyuelo que cansado 
De regar plantas ásperas fenece, 
Y, de amor por el Sol noble transido, 
A su fuego con gozo se evapora:
Iba, —cual jarra que el licor ligero 
Hinche, sacude, en el fermento rompe, 
Y en silenciosos hilos abandona:
Iba,— cual gladiador que sin combate 
Del incòlume escudo ampara el rostro 
Y el cuerpo rinde en la ignorada arena 
...Y súbito,— las fuerzas juveniles 
De un nuevo mar, el pecho rebosante 
Hinchen y embargan,— el cansado brío 
Arde otra vez,— y puebla el aire sano 
Música suave y blando olor de mieles! 
Porque a mis ojos los fragantes brazos 
En armònico gesto alzò Pomona.
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