sábado, 25 de diciembre de 2010

Hombre que mira al techo (Mario Benedetti)


Siempre hay una jornada fuera de serie 
en que uno logra sentirse sereno 
pero está lejos de ser una canonjía 
ya que la serenidad no es el mejor 
de los estados posibles e imposibles
hoy por ejemplo tomo distancia 
con respecto a las cosas y a mi mismo 
y no por eso echo al olvido 
qué joda era qué bueno era 
estar adentro del entrevero
después de todo la famosa 
serenidad es una isla 
autorizada comonó 
y legal 
aunque rodeada inexorablemente 
por emociones clandestinas
todavía me siento un poco incómodo 
en mis primicias de sereno 
como quien entra en un traje nuevo 
que tiene bajas las hombreras
pero el cuerpo y el alma son 
animalitos de costumbres 
mañana la incomodida 
será menor y en pocos días 
me habré habituado a estar sereno
eso me llena a veces de alegría 
es claro que se trata de una alegría serena 
y en consecuencia uno no sale a dar abrazos 
ni pega gritos ni le canta al cielo 
a lo sumo archiva caricias y otros prólogos 
por estricto orden cronológico
también llega a invadirme el desconsuelo 
pero se trata de un sereno desconsuelo 
y por lo tanto nadie solloza 
ni dice mierda 
ni putea
sencillamente como un modesto mago 
de rojo circo de domingo 
o de feria 
tomo los naipes del amor 
los bajajo con parsimonia 
y en las narices del viejo público 
que es como hacerlo en mis narices 
mágicamente los transformo 
en nuevos naipes de amistad
lo único extraño viene a la noche 
pues se presume que un sereno 
ha de dormir serenamente 
pero yo paso horas y horas 
mirando el techo
o sea que 
no sé hasta cuando estaré sereno 
porque la calma ya no da abasto
hay que confiar y yo confio 
que no hay mal que dure 
cien años 

No hay comentarios:

Publicar un comentario