Y Lilith, la bestia uraña
que habitaba en el desierto
se apoderó del mundo,
hizo de todos los hombres
sus hijos,
los hizo esconderse en sus casas,
los hizo taparse las caras
y llevar una máscara sonriente,
los obligó a hacer cuentas
y a calcular su vida,
a computar su muerte,
a venderse y comprarse.
Vivirán sin su pasado, dijo,
y no volvió a pasar un solo automóvil
por las autopistas bien iluminadas
que quedaron de pronto en tinieblas
y fueron invadidas por perros
que aullaban como lobos,
mientras en sus pantallas
veían las últimas imágenes
—imágenes ellos—
los últimos hombres del pasado,
que destruyeron el mundo,
por olvidarlo.
que habitaba en el desierto
se apoderó del mundo,
hizo de todos los hombres
sus hijos,
los hizo esconderse en sus casas,
los hizo taparse las caras
y llevar una máscara sonriente,
los obligó a hacer cuentas
y a calcular su vida,
a computar su muerte,
a venderse y comprarse.
Vivirán sin su pasado, dijo,
y no volvió a pasar un solo automóvil
por las autopistas bien iluminadas
que quedaron de pronto en tinieblas
y fueron invadidas por perros
que aullaban como lobos,
mientras en sus pantallas
veían las últimas imágenes
—imágenes ellos—
los últimos hombres del pasado,
que destruyeron el mundo,
por olvidarlo.
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