Este realmente no es el momento
de pintar basiliscos,
los intrincados trazados de sus lomos,
ni de hacer la apología del animal doméstico,
gato, perro o periquillo.
de pintar basiliscos,
los intrincados trazados de sus lomos,
ni de hacer la apología del animal doméstico,
gato, perro o periquillo.
Uno lo mira, el cielo,
sin nubes y mucho más azul
que aquel tan amorosamente descrito por poetas,
cubriendo el mundo intermedio de los hombres.
Ningún obstáculo. Sino
al contrario, necesario elemento
de sus proezas, sus idas y venidas,
testigo en el fondo inalterable
a pesar de las mudables nubes,
que guarda su secreto
hasta el último momento de luz iridiscente,
acogiéndolo todo.
No, el animal no tiene, ¿o tiene?sin nubes y mucho más azul
que aquel tan amorosamente descrito por poetas,
cubriendo el mundo intermedio de los hombres.
Ningún obstáculo. Sino
al contrario, necesario elemento
de sus proezas, sus idas y venidas,
testigo en el fondo inalterable
a pesar de las mudables nubes,
que guarda su secreto
hasta el último momento de luz iridiscente,
acogiéndolo todo.
lugar en este instante,
gato, perro o periquillo
observando a su amo hacer el tonto,
con los ojos tapados,
doméstico y sumiso.
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