martes, 21 de diciembre de 2010

Rodrigo Caro

Esto, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa.
Aquí de Cipïón la vencedora
colonia fue. Por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente.

De su invencible gente
sólo quedan memorias funerales,
donde erraron ya sombras de alto ejemplo.
                                   
Este llano fue plaza; allí fue templo;
de todo apenas quedan señales.
Del gimnasio y las termas regaladas
leves vuelan cenizas desdichadas;
las torres que desprecio al aire fuero
a su gran pesadumbre se rindieron.

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