Como quisiera tener tu foto en mi bolsillo a cada momento, para poder ilustrar mis historias con tu rostro. Darle ese toque romántico a las toscas aventuras de mi vida.
Como quisiera ponerte de final feliz a mis tristes tragedias, liberarte de tu encierro en la torre del castillo y que me liberes tu de mi encierro solitario.
En mis historias calcaría sobre tu foto las secuestradas princesas, las pícaras hadas y las sensuales guerreras de mis cruzadas.
Pero a fin de cuentas, para lo que verdaderamente quisiera tener tu foto en mi bolsillo, seria para poder hablarte de las cosas que en tu presencia no puedo.
Bienvenidos a la página Literaria de Julie Paola Lizcano Roa. Aquí, podrán encontrar recopilación de textos de todo tipo de literatura, así mismo algunos textos de la creadora de este blog!
sábado, 6 de noviembre de 2010
Diarios (Anais Nin)
" Me fui a mi cuarto, envenenada.
Soplaba incesante el mistral, seco y cálido.
Así llevaba días, desde que llegué.
Destrozaba mis nervios. No pensé en nada.
Me sentía dividida, esa división me mataba,
la lucha por sentir la alegría, una alegría inalcanzable.
La irrealidad opresiva.
De nuevo la vida retrocediendo, eludiéndome.
Tenía al hombre que amaba en mis pensamientos;
lo tenía en mis brazos, en mi cuerpo.
El hombre que busqué por todo el mundo,
que marcó mi niñez y me perseguía.
Había amado fragmentos de él en otros hombres:
la brillantez de John, la compasión de Allendy,
las abstracciones de Artaud, la fuerza creativa
y el dinamismo de Henry.
¡Y el todo estaba allí, tan bello de cara
y cuerpo, tan ardiente, con una mayor fuerza,
todo unificado, sintetizado, más brillante,
más abstracto, con mayor fuerza y sensualidad!.
Este amor de hombre, por las semejanzas entre nosotros,
por la relación de sangre, atrofiaba mi alegría.
Y de este modo, la vida hacía conmigo su viejo
truco de disolución, de pérdida de lo palpable,
de lo normal. Soplaba el viento mistral y
se destruían las formas y los sabores.
El esperma era un veneno,
... un amor que era veneno. "
Soplaba incesante el mistral, seco y cálido.
Así llevaba días, desde que llegué.
Destrozaba mis nervios. No pensé en nada.
Me sentía dividida, esa división me mataba,
la lucha por sentir la alegría, una alegría inalcanzable.
La irrealidad opresiva.
De nuevo la vida retrocediendo, eludiéndome.
Tenía al hombre que amaba en mis pensamientos;
lo tenía en mis brazos, en mi cuerpo.
El hombre que busqué por todo el mundo,
que marcó mi niñez y me perseguía.
Había amado fragmentos de él en otros hombres:
la brillantez de John, la compasión de Allendy,
las abstracciones de Artaud, la fuerza creativa
y el dinamismo de Henry.
¡Y el todo estaba allí, tan bello de cara
y cuerpo, tan ardiente, con una mayor fuerza,
todo unificado, sintetizado, más brillante,
más abstracto, con mayor fuerza y sensualidad!.
Este amor de hombre, por las semejanzas entre nosotros,
por la relación de sangre, atrofiaba mi alegría.
Y de este modo, la vida hacía conmigo su viejo
truco de disolución, de pérdida de lo palpable,
de lo normal. Soplaba el viento mistral y
se destruían las formas y los sabores.
El esperma era un veneno,
... un amor que era veneno. "
Los cantos (BERTOLT BRECHT)
¡Sepárense los cantos de todo lo demás!
A través del emblema de la música, del cambio de luces,
del título y las imágenes que anuncian
que el arte hermano entra ya
a escena. El actor se convierte en cantante.
En otra postura, los personajes de siempre de la obra
están frente al público pero ahora son
confidentes del dramaturgo.
Nana Callas, la hija cabeza redonda del arrendatario,
traída del mercado como una gallina,
canta la canción del cambio de señores,
incomprensiblemente sin meneos de cadera
medida de comercio que su vergüenza ha cicatrizado.
E incomprensiblemente en el canto de la cantinera
sobre la gran capitulación,
la cólera del dramaturgo no iguala
a la cólera de la cantinera.
Pero el seco Iván Vesotchikov,
el trabajador bolchevique, canta
con la voz metálica de las clases no cultivadas,
y la amistosa Vlasova, la madre,
refiere en el canto, con única y cautelosa voz,
que la bandera de la razón es roja.
A través del emblema de la música, del cambio de luces,
del título y las imágenes que anuncian
que el arte hermano entra ya
a escena. El actor se convierte en cantante.
En otra postura, los personajes de siempre de la obra
están frente al público pero ahora son
confidentes del dramaturgo.
Nana Callas, la hija cabeza redonda del arrendatario,
traída del mercado como una gallina,
canta la canción del cambio de señores,
incomprensiblemente sin meneos de cadera
medida de comercio que su vergüenza ha cicatrizado.
E incomprensiblemente en el canto de la cantinera
sobre la gran capitulación,
la cólera del dramaturgo no iguala
a la cólera de la cantinera.
Pero el seco Iván Vesotchikov,
el trabajador bolchevique, canta
con la voz metálica de las clases no cultivadas,
y la amistosa Vlasova, la madre,
refiere en el canto, con única y cautelosa voz,
que la bandera de la razón es roja.
Nosotros dos (ELSE LASKER-SCHÜLER)
La tarde sopla los tendones de los pies que sangran,
y sobre las montañas arde cual diamante plateado la escarcha,
y cabecitas de ángel miran desde la faja del cielo
y nosotros dos estamos en el paraíso.
Y la vida toda de color nos pertenece,
el grande y azul álbum con estrellas,
con nubes como animales que cazan a lo lejos
y ¡mira! ¡el viento que gira nos voltea y levanta!
El querido Dios sueña sus sueños infantiles
del Paraíso —con sus dos compañeros
y las grandes flores que nos ven desde los espinosos tallos…
La tierra oscura cuelga en lo verde del árbol.
y sobre las montañas arde cual diamante plateado la escarcha,
y cabecitas de ángel miran desde la faja del cielo
y nosotros dos estamos en el paraíso.
Y la vida toda de color nos pertenece,
el grande y azul álbum con estrellas,
con nubes como animales que cazan a lo lejos
y ¡mira! ¡el viento que gira nos voltea y levanta!
El querido Dios sueña sus sueños infantiles
del Paraíso —con sus dos compañeros
y las grandes flores que nos ven desde los espinosos tallos…
La tierra oscura cuelga en lo verde del árbol.
Huida del mundo (ELSE LASKER-SCHÜLER)
Quiero ir hacia lo ilimitado
hacia lo que está atrás de mí,
ya florece el otoño sin tiempo
de mi alma.
Quizá es ya muy tarde para ir.
¡Oh, yo muero por ti!
Por ti yo me sofoco.
¡Quisiera enredarme en los hilos
que terminan en desorden!
Desconcertada,
te desconcierto,
para así escapar de mí.
El amor (ELSE LASKER-SCHÜLER)
Embriaga a través de nuestro sueño
un fino dolor como de seda,
como florecimiento triturado
sobre nosotros dos.
Y yo estaré en casa
Llevada por tu respiración,
a través de cuentos encantadores,
a través de sagas que se desparraman.
Y mi sonrisa de espinas juega
con tus caminos profundos,
y las tierras llegan
hasta nosotros para doblarse.
Embriaga a través de nuestro sueño
un fino dolor como de seda—
el sueño viejo como el mundo
nos bendice a los dos.
un fino dolor como de seda,
como florecimiento triturado
sobre nosotros dos.
Y yo estaré en casa
Llevada por tu respiración,
a través de cuentos encantadores,
a través de sagas que se desparraman.
Y mi sonrisa de espinas juega
con tus caminos profundos,
y las tierras llegan
hasta nosotros para doblarse.
Embriaga a través de nuestro sueño
un fino dolor como de seda—
el sueño viejo como el mundo
nos bendice a los dos.
Humanidad (GEORG TRAKL)
La humanidad se coloca ante las gargantas de fuego,
un redoble de tambor, oscuras frentes de guerra,
pasos a través de la niebla de sangre; negro hierro pega,
desesperación, noche en cerebros tristes:
aquí la sombra de Eva, cacería y oro rojo.
Nubes, la luz atraviesa, la comunión.
Habita en el pan y en el vino un suave silencio
y están reunidos aquellos doce en número.
De noche se cubre el sueño bajo ramos de olivo;
Santo Tomás sumerge la mano en el estigma.
un redoble de tambor, oscuras frentes de guerra,
pasos a través de la niebla de sangre; negro hierro pega,
desesperación, noche en cerebros tristes:
aquí la sombra de Eva, cacería y oro rojo.
Nubes, la luz atraviesa, la comunión.
Habita en el pan y en el vino un suave silencio
y están reunidos aquellos doce en número.
De noche se cubre el sueño bajo ramos de olivo;
Santo Tomás sumerge la mano en el estigma.
Loca canción para la bella Lulú (HERMANN HESSE)
Lo que es bonito escuchar:
Sobre marmóreas alfombras
el sonido crujiente de la seda
de los vestidos principescos de las damas.
De locas rompecuellos
que viven en empinados castillos
un anhelado abrir de ventana.
En espera de pagar
en la bolsa del severo alcalde
los sonidos claros del oro.
De vuestra graciosa boca
el amanecer de los primeros llamados
a vuestro bufón o a los perros.
Soy sólo uno (HERMANN HESSE)
Yo bien quisiera, como hicieron los grandes poetas,
una vez en los claros y descansados silencios
de la luz más alta de la belleza pura reposar
y con compañeros rodear la palmera.
Sólo sé que no soy el único
que con gestos risueños diseña
brillantes coronas cuando duerme
y cuyos sueños favoritos llegan a ser cantos.
Soy sólo uno que a veces desde lo lejos
toca extrañado un espíritu de luz,
que se asusta cuando un cercano mar
hace presente la eterna belleza,
que muchas veces escucha con asombro cantos
que se deslizan sin querer de sus labios
y ninguno de ellos le pertenece
y sin embargo le causan felicidad.
una vez en los claros y descansados silencios
de la luz más alta de la belleza pura reposar
y con compañeros rodear la palmera.
Sólo sé que no soy el único
que con gestos risueños diseña
brillantes coronas cuando duerme
y cuyos sueños favoritos llegan a ser cantos.
Soy sólo uno que a veces desde lo lejos
toca extrañado un espíritu de luz,
que se asusta cuando un cercano mar
hace presente la eterna belleza,
que muchas veces escucha con asombro cantos
que se deslizan sin querer de sus labios
y ninguno de ellos le pertenece
y sin embargo le causan felicidad.
Nocturno (HERMANN HESSE)
Nocturno en mi bemol mayor de Chopin. El marco
de la alta ventana se alza lleno de luz.
También en tu serio rostro
hizo su escala la gloria.
En ninguna otra noche como aquella
me ha tocado de nuevo la quieta luna de plata,
cuando sentí dentro de mí
un canto de cantos inexplicablemente dulce.
Tú callaste. Yo también; la muda lejanía
se delataba en la luz. Ninguna vida fue
como sólo la de una pareja de cisnes en el mar
y sobre nosotros la marcha de las estrellas.
Tocaste el marco de la ventana
con tu mano extendida,
y ésta fue como de luna sus orillas
y la plata se trasladó hacia tu esbelto cuello.
de la alta ventana se alza lleno de luz.
También en tu serio rostro
hizo su escala la gloria.
En ninguna otra noche como aquella
me ha tocado de nuevo la quieta luna de plata,
cuando sentí dentro de mí
un canto de cantos inexplicablemente dulce.
Tú callaste. Yo también; la muda lejanía
se delataba en la luz. Ninguna vida fue
como sólo la de una pareja de cisnes en el mar
y sobre nosotros la marcha de las estrellas.
Tocaste el marco de la ventana
con tu mano extendida,
y ésta fue como de luna sus orillas
y la plata se trasladó hacia tu esbelto cuello.
El caballero negro (HERMANN HESSE)
Vuelvo silencioso del torneo,
llevo todos los nombres del triunfo.
Me inclino ante el balcón de las damas.
Pero ninguna me hace señas.
Canto yo al tono del arpa
que sube de profundos sonidos.
Todos los arpistas escuchan y callan,
pero las lindas mujeres huyen.
En mi emblema sobre campo negro
hay colgadas cien coronas,
el oro de cien victorias brilla.
Sólo la corona del amor falta.
Hacia mi ataúd llegarán
caballeros y cantores para cubrirlo
con laurel y pálido jazmín,
pero no lo adornará ninguna rosa.
llevo todos los nombres del triunfo.
Me inclino ante el balcón de las damas.
Pero ninguna me hace señas.
Canto yo al tono del arpa
que sube de profundos sonidos.
Todos los arpistas escuchan y callan,
pero las lindas mujeres huyen.
En mi emblema sobre campo negro
hay colgadas cien coronas,
el oro de cien victorias brilla.
Sólo la corona del amor falta.
Hacia mi ataúd llegarán
caballeros y cantores para cubrirlo
con laurel y pálido jazmín,
pero no lo adornará ninguna rosa.
Amo a las mujeres (HERMANN HESSE)
Amo a las mujeres que hace mil años
fueron amadas y cantadas por los poetas.
Amo a las ciudades cuyos muros vacíos
lloran el linaje de reyes de los viejos tiempos.
Amo a las ciudades que surgirán
cuando nadie que hoy viva esté sobre la tierra.
Amo a las mujeres —esbeltas, maravillosas,
que no nacidas aún reposan en el vientre de los años.
Ellas serán alguna vez, con su belleza de estrella pálida,
iguales a la belleza de mis sueños.
fueron amadas y cantadas por los poetas.
Amo a las ciudades cuyos muros vacíos
lloran el linaje de reyes de los viejos tiempos.
Amo a las ciudades que surgirán
cuando nadie que hoy viva esté sobre la tierra.
Amo a las mujeres —esbeltas, maravillosas,
que no nacidas aún reposan en el vientre de los años.
Ellas serán alguna vez, con su belleza de estrella pálida,
iguales a la belleza de mis sueños.
Secreto del mundo (HUGO VON HOFMANNSTAHL)
La fuente profunda lo sabe bien,
una vez todos fueron profundos y mudos,
y todos por eso lo supieron.
Como palabras mágicas, tartamudeadas
y no comprendidas en su fundamento,
así va ya de boca en boca.
La fuente profunda lo sabe bien;
postrado, un hombre comprende,
comprende y entonces se pierde.
Y habló locuras y cantó una canción—
en cuyo espejo oscuro se agacha
un niño que se alejará.
Y crece y nada sabe de sí mismo
y habrá una mujer que lo ame
y —¡maravilloso cómo se da el amor!
¡Cómo el amor da profunda noticia!—
Ahí será una cosa de vislumbrado peso,
en sus profundos besos recordada…
En este punto nuestras palabras están,
como cuando el mendigo pisa dinero sin saberlo,
como una piedra preciosa en un calabozo.
La fuente profunda lo sabe bien,
pero por eso una vez todos lo supieron
y ahora da vueltas alrededor de un sueño.
una vez todos fueron profundos y mudos,
y todos por eso lo supieron.
Como palabras mágicas, tartamudeadas
y no comprendidas en su fundamento,
así va ya de boca en boca.
La fuente profunda lo sabe bien;
postrado, un hombre comprende,
comprende y entonces se pierde.
Y habló locuras y cantó una canción—
en cuyo espejo oscuro se agacha
un niño que se alejará.
Y crece y nada sabe de sí mismo
y habrá una mujer que lo ame
y —¡maravilloso cómo se da el amor!
¡Cómo el amor da profunda noticia!—
Ahí será una cosa de vislumbrado peso,
en sus profundos besos recordada…
En este punto nuestras palabras están,
como cuando el mendigo pisa dinero sin saberlo,
como una piedra preciosa en un calabozo.
La fuente profunda lo sabe bien,
pero por eso una vez todos lo supieron
y ahora da vueltas alrededor de un sueño.
Balada de la vida Exterior (HUGO VON HOFMANNSTAHL)
Y los niños crecen con ojos profundos
que nada saben, crecen y mueren,
y todos los hombres van por esos caminos.
Y dulces frutos brotan de los ásperos
y caen de noche como pájaros muertos
y se quedan unos pocos días y luego se pudren.
Y siempre sopla el viento, y siempre otra vez
oímos y hablamos muchas palabras
y rastreamos lujuria y cansancio en las partes del cuerpo.
Y las calles corren entre la hierba, y los lugares
están ahí y allá, llenos de antorchas, árboles, estanques,
y amenazadores y adheridos de muerte, se secan…
¿Para qué están construidos? ¿Y nunca iguales
unos a otros? ¿Y muchos en número?
¿Qué cambia risas, llantos y rostros pálidos?
¿Qué nos aprovecha todo eso y esos juegos,
pues estamos ya grandes y eternamente solos
y jamás vagamos buscando ninguna meta?
¿Qué aprovecha haber visto tanto tan semejante?
y sin embargo, lo mucho dice, la “noche” dice
una palabra, de la que fluye sentido profundo y luto
como dura miel de panales huecos.
que nada saben, crecen y mueren,
y todos los hombres van por esos caminos.
Y dulces frutos brotan de los ásperos
y caen de noche como pájaros muertos
y se quedan unos pocos días y luego se pudren.
Y siempre sopla el viento, y siempre otra vez
oímos y hablamos muchas palabras
y rastreamos lujuria y cansancio en las partes del cuerpo.
Y las calles corren entre la hierba, y los lugares
están ahí y allá, llenos de antorchas, árboles, estanques,
y amenazadores y adheridos de muerte, se secan…
¿Para qué están construidos? ¿Y nunca iguales
unos a otros? ¿Y muchos en número?
¿Qué cambia risas, llantos y rostros pálidos?
¿Qué nos aprovecha todo eso y esos juegos,
pues estamos ya grandes y eternamente solos
y jamás vagamos buscando ninguna meta?
¿Qué aprovecha haber visto tanto tan semejante?
y sin embargo, lo mucho dice, la “noche” dice
una palabra, de la que fluye sentido profundo y luto
como dura miel de panales huecos.
Libremente (HUGO VON HOFMANNSTAHL)
Muchos libremente deben morir abajo,
donde los duros timones de los barcos van;
y otros arriba, manejando aviones
que conocen el vuelo del pájaro y las tierras estelares.
Muchos están siempre con sus cuerpos duros
arraigados en la vida confusa;
otros se encuentran sentados en sillas
junto a las sibilas y las reinas
y ahí están como en casa,
las cabezas y las manos ligeras.
Pero una sombra cae de cada vida
al otro lado de la otra vida,
y lo ligero va junto a lo difícil
como combinando aire y tierra:
La fatiga de pueblos olvidados por completo
no puedo descartar de mi parte,
pues en las almas asustadas detiene su camino
la caída muda de lejanas estrellas.
Muchos destinos se tejen al lado del mío,
todos mezclados en el juego de la existencia
y participo más en esta vida
sea yo esbelta llama o lira pobre.
donde los duros timones de los barcos van;
y otros arriba, manejando aviones
que conocen el vuelo del pájaro y las tierras estelares.
Muchos están siempre con sus cuerpos duros
arraigados en la vida confusa;
otros se encuentran sentados en sillas
junto a las sibilas y las reinas
y ahí están como en casa,
las cabezas y las manos ligeras.
Pero una sombra cae de cada vida
al otro lado de la otra vida,
y lo ligero va junto a lo difícil
como combinando aire y tierra:
La fatiga de pueblos olvidados por completo
no puedo descartar de mi parte,
pues en las almas asustadas detiene su camino
la caída muda de lejanas estrellas.
Muchos destinos se tejen al lado del mío,
todos mezclados en el juego de la existencia
y participo más en esta vida
sea yo esbelta llama o lira pobre.
Qué es el mundo..(HUGO VON HOFMANNSTAHL)
¿Qué es el mundo? Un poema eterno,
de ahí el espíritu divino irradia y encandece,
de ahí el vino de la sabiduría espumea y centellea,
de ahí el sonido del amor nos habla.
Y cada hombre es un rayo
de ánimo cambiante rompiendo el sol,
un verso que pide otros mil,
que inadvertido se contiene y se marchita.
Y es también un mundo por sí solo,
lleno de dulces secretos, de tonos jamás cantados,
de talento con apropiada, inviolable belleza,
y ninguna otra resonancia o reflejo.
Y cuando tú por ventura leas en alguna hora
un libro, que sea aquel que en la vida no exploraste.
de ahí el espíritu divino irradia y encandece,
de ahí el vino de la sabiduría espumea y centellea,
de ahí el sonido del amor nos habla.
Y cada hombre es un rayo
de ánimo cambiante rompiendo el sol,
un verso que pide otros mil,
que inadvertido se contiene y se marchita.
Y es también un mundo por sí solo,
lleno de dulces secretos, de tonos jamás cantados,
de talento con apropiada, inviolable belleza,
y ninguna otra resonancia o reflejo.
Y cuando tú por ventura leas en alguna hora
un libro, que sea aquel que en la vida no exploraste.
Terzinas (HUGO VON HOFMANNSTAHL)
Somos de igual tela que nuestros sueños,
y los sueños abren los ojos de golpe
como niños bajo los cerezos,
sobre cuyas copas la marcha oro pálido
de la luna llena se levanta en la gran noche.
…Nada más emerge de nuestros sueños,
ahí están y viven, como un niño que ríe
no menos grande colgado arriba y abajo
como luna llena, que se levanta tras la copa del árbol.
Lo más íntimo abre su tejido,
como manos espectrales en espacio cerrado
que están en nosotros y siempre tienen vida.
Y tres son uno: un hombre, una cosa, un sueño.
y los sueños abren los ojos de golpe
como niños bajo los cerezos,
sobre cuyas copas la marcha oro pálido
de la luna llena se levanta en la gran noche.
…Nada más emerge de nuestros sueños,
ahí están y viven, como un niño que ríe
no menos grande colgado arriba y abajo
como luna llena, que se levanta tras la copa del árbol.
Lo más íntimo abre su tejido,
como manos espectrales en espacio cerrado
que están en nosotros y siempre tienen vida.
Y tres son uno: un hombre, una cosa, un sueño.
De qué maravillas ríe la tierra del mañana…(STEFAN GEORGE)
¿De qué maravillas ríe la tierra del mañana
como si fuese el primer día? Asombrosos cantos
de nuevos y crecidos mundos el viento trae,
la vieja montaña ve formas cambiadas
y como en el jardín de la infancia brotan columpios…
La corriente de agua riega la orilla y serpentea
su temblorosa plata con todo el polvo del año,
la creación se estremece como gracia en pie.
Ninguno anda por el camino cuya cabeza
una ignorada grandeza no lo adorne.
Una amplia luz está derramada sobre la tierra…
¡Saludos a todos los que en ese rayo van!
El molino deja los brazos quietos…
El molino deja los brazos quietos
ahí el erial quiere descansar.
El estanque aguarda el rocío del viento,
sus plantas son lanzas luminosas
y los pequeños árboles se inmovilizan
como blanqueadas retamas.
Niños blancos arrancan cánticos
sobre el mar de ciego hielo,
para el día de bendición barren
las aldeas del pueblo que imploran paz
al lejano Dios que les enseñaron.
que ya suplican se acerque.
¿Vino un silbido por todo el campo?
Todas las lámparas tiemblan inquietas.
¿No fue como si algo llamara?
Recibieron a sus novias
los muchachos negros desde lo profundo…
¡Campanas, repiquen! ¡Campanas, repiquen!
como si fuese el primer día? Asombrosos cantos
de nuevos y crecidos mundos el viento trae,
la vieja montaña ve formas cambiadas
y como en el jardín de la infancia brotan columpios…
La corriente de agua riega la orilla y serpentea
su temblorosa plata con todo el polvo del año,
la creación se estremece como gracia en pie.
Ninguno anda por el camino cuya cabeza
una ignorada grandeza no lo adorne.
Una amplia luz está derramada sobre la tierra…
¡Saludos a todos los que en ese rayo van!
El molino deja los brazos quietos…
El molino deja los brazos quietos
ahí el erial quiere descansar.
El estanque aguarda el rocío del viento,
sus plantas son lanzas luminosas
y los pequeños árboles se inmovilizan
como blanqueadas retamas.
Niños blancos arrancan cánticos
sobre el mar de ciego hielo,
para el día de bendición barren
las aldeas del pueblo que imploran paz
al lejano Dios que les enseñaron.
que ya suplican se acerque.
¿Vino un silbido por todo el campo?
Todas las lámparas tiemblan inquietas.
¿No fue como si algo llamara?
Recibieron a sus novias
los muchachos negros desde lo profundo…
¡Campanas, repiquen! ¡Campanas, repiquen!
Ven al parque de los que llaman muertos…(STEFAN GEORGE)
Ven al parque de los que llaman muertos y observa:
el resplandor de la lejana y risueña costa,
el azul puro de nubes inesperadas
ilumina el estanque y el colorido sendero.
Ahí están el profundo amarillo, el blando gris
de los abedules y los arbustos, el viento es tibio,
las rosas tardías no se marchitan tan pronto,
selecciona tú besos y esgrime la corona.
Tampoco olvides esta última flor extraña
que empurpura alrededor de trepadoras y silvestres vides,
y a lo demás que permanece verde de vida
y se consuela suave en la cara del otoño.
el resplandor de la lejana y risueña costa,
el azul puro de nubes inesperadas
ilumina el estanque y el colorido sendero.
Ahí están el profundo amarillo, el blando gris
de los abedules y los arbustos, el viento es tibio,
las rosas tardías no se marchitan tan pronto,
selecciona tú besos y esgrime la corona.
Tampoco olvides esta última flor extraña
que empurpura alrededor de trepadoras y silvestres vides,
y a lo demás que permanece verde de vida
y se consuela suave en la cara del otoño.
La palabra (STEFAN GEORGE)
Maravilla o sueño, de lejos
la traje hasta orillas de mi tierra
y esperé a que la gris norna encontrase
su nombre en la fuente—
después de eso pude pasarla por la frontera
y pesada y fuerte ahora florecía y brillaba
pero luego de tan largo y buen viaje
con esa joya rica y delicada
ella me hizo saber lo siguiente:
“aquí no se duerme sobre tierra profunda”
luego de lo cual escapó de mi mano
y jamás mi tierra ganó ese tesoro…
así que triste aprendí la renuncia:
ninguna cosa hay donde la palabra falta.
la traje hasta orillas de mi tierra
y esperé a que la gris norna encontrase
su nombre en la fuente—
después de eso pude pasarla por la frontera
y pesada y fuerte ahora florecía y brillaba
pero luego de tan largo y buen viaje
con esa joya rica y delicada
ella me hizo saber lo siguiente:
“aquí no se duerme sobre tierra profunda”
luego de lo cual escapó de mi mano
y jamás mi tierra ganó ese tesoro…
así que triste aprendí la renuncia:
ninguna cosa hay donde la palabra falta.
Solitario (FRIEDRICH NIETZSCHE)
Las cornejas gritan
y arrastran zumbantes vuelos hacia la ciudad:
de pronto nevará—
¡bien por aquel que aún tiene patria!
Ahora tieso estás de pie,
¡ah, miras hacia atrás! ¡cuánto hace ya!
¿Quién eres tú, loco,
para huir del mundo ante el invierno?
El mundo —¡una puerta
muda y fría hacia mil desiertos!
Quien pierde
lo que tú pierdes, en ninguna parte se detiene.
Ahora pálido estás de pie,
para maldecir el viaje de invierno,
igual al humo
que siempre busca cielos fríos.
¡Vuela, pájaro, chirría tu canto
en tono de ave del desierto!—
esconde, loco,
tu sangrante corazón en hielo y mofa.
Las cornejas gritan
y arrastran zumbantes vuelos hacia la ciudad:
—de pronto nevará,
¡ay de aquel que no tiene patria!
y arrastran zumbantes vuelos hacia la ciudad:
de pronto nevará—
¡bien por aquel que aún tiene patria!
Ahora tieso estás de pie,
¡ah, miras hacia atrás! ¡cuánto hace ya!
¿Quién eres tú, loco,
para huir del mundo ante el invierno?
El mundo —¡una puerta
muda y fría hacia mil desiertos!
Quien pierde
lo que tú pierdes, en ninguna parte se detiene.
Ahora pálido estás de pie,
para maldecir el viaje de invierno,
igual al humo
que siempre busca cielos fríos.
¡Vuela, pájaro, chirría tu canto
en tono de ave del desierto!—
esconde, loco,
tu sangrante corazón en hielo y mofa.
Las cornejas gritan
y arrastran zumbantes vuelos hacia la ciudad:
—de pronto nevará,
¡ay de aquel que no tiene patria!
La despedida (José Angel Buesa)
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
viernes, 5 de noviembre de 2010
En El Olvido ( Juan Gelman)
Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.
Una mujer y un hombre llevados por la vida (Juan Gelman)
Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.
Te nombraré veces y veces...(Juan Gelman)
Te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás ya lo sé.
Te voy a matar yo
te voy a matar.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás ya lo sé.
Te voy a matar yo
te voy a matar.
Fábricas del amor (Juan Gelman)
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
El juego en que andamos (Juan Gelman)
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
Ausencia de amor (Juan Gelman)
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.
Destino (Oliveiro Girondo)
Y para acá o allá
y desde aquí otra vez
y vuelta a ir de vuelta y sin aliento
y del principio o término del precipicio íntimo
hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste a aquello o de lo opuesto
y rueda que te roe hasta el encuentro
y aquí tampoco está
y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado
por vivir entre huesos
o del perpetuo estéril desencuentro
a lo demás
de más
o al recomienzo espeso de cerdos contratiempos y destiempos
cuando no al burdo sino de algún complejo herniado en pleno vuelo
cálido o helado
y vuelta y vuelta
a tanta terca tuerca
para entregarse entero o de tres cuartos
harto ya de mitades
y de cuartos
al entrevero exhausto de los lechos deshechos
o darse noche y día sin descanso contra todos los nervios del misterio
del más allá
de acá
mientras se rota quedo ante el fugaz aspecto sempiterno de lo aparente o lo supuesto
y vuelta y vuelta hundido hasta el pescuezo
con todos los sentidos sin sentido
en el sofocatedio
con uñas y con piensos y pellejo
y porque sí nomás
Ante El Sabor Inmóvil (Oliverio Girondo)
Todos los intermedios pudresienes de espera de esqueleto de lluvia sin persona
cuando no neutros lapsus micropulpos engendros del sotedio
pueden antes que cóncavos ausentes en seminal yacencia
ser otros flujos ácidos del diurno sueño insomne
otros sorbos de páramo
tan viles vivas bilis de nonadas carcomas diametrales
aunque el sabor no cambie
y Ofelia pura costa sea un pescado reflejo de rocío de esclerosada túnica sin lastre
un fósil loto amóvil entre remansos muslos puros juncos de espasmo
un maxilar de luna sobre un canto rodado
tierno espectro fluctuante del novilunio arcaico dromedario
lejos ya de su neuro dubitabundo exnovio psiquisauce
aunque el sabor no cambie
y cualquier lacio cuajo invista nuevos huecos ante los ídem lodos expartos bostezantes
peste con veste huéspedes del macrobarro grávido de muerte
y hueros logros de horas lagrimales
aunque el sabor no cambie
y el menos yo del uno en el total por nada
beato saldo de excoito amodorrado malentetando el asco
explore los estratos de su ámbito si sino
cada vez menos cráter
aunque el sabor no cambie
cada vez más burbúja de algánima no náyade
más amplio menos tránsfuga
tras sus estancas sienes de mercurio
o en las finales radas de lo obsceno de marismas de pelvis bajo el agua
con su no llanto arena y sus mínimas muertes navegables
aunque el sabor no cambie
y sólo erecto espeso mascaduda insaciado en progresiva resta
ante el incierto ubicuo muy quizás equis deífico se malciña la angustia interrogante
aunque el sabor no cambie.
Cansancio (Oliveiro Girondo)
Y de los replanteos
y recontradicciones
y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado
y de los repropósitos
y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables
y del revés y del derecho
y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios
y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo remenos
recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos
repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje
y treta terca en tetas
y recomienzo erecto
y reconcubitedio
y reconcubicórneo sin remedio
y tara vana en ansia de alta resonancia
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario
y poro loco
y parco espasmo enano
y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico
cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos
de tanto error errante
y queja quena
y desatino tísico
y ufano urbano bípedo hidefalo
escombro caminante
por vicio y sino y tipo y líbido y oficio
recansadísimo
de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea
y de la revirgísima inocencia
y de los instintitos perversitos
y de las ideítas reputitas
y de las ideonas reputonas
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias
desde qué mares padres
y lunares mareas de resonancias huecas
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas
sempiternísimamente archicansado
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio
remeditativo o remetafísico y reartístico típico
y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento
y al silencio
A mi (Oliveiro Girondo)
Los más oscuros estremecimientos a mí
entre las extremidades de la noche
los abandonos que crepitan
cuanto vino a mí acompañado
por los espejismos del deseo
lo enteramente terso en la penumbra
las crecidas menores ya con luna
aunque el ensueño ulule entre mandíbulas transitorias
las teclas que nos tocan hasta el hueso del grito
los caminos perdidos que se encuentran
bajo el follaje del llanto de la tierra
la esperanza que espera los trámites del trance
por mucho que se apoye en las coyunturas de lo fortuito
a mí a mí la plena íntegra bella a mí hórrida vida
VISITA EN SUEÑOS A LA MONTAÑA MADRE DEL CIELO (Li-Po)
Los navegantes hablan de islas encantadas
perdidas entre la niebla y las olas,
pero los hombres de Yueh hablan de la Montaña Madre del Cielo
que se muestra a través de las grietas en las nubes que rielan.
La Madre del Cielo se remonta al firmamento, atraviesa el horizonte,
se proyecta sobre los Cinco Picos y la Fortaleza Escarlata,
mientras la Terraza del Cielo, a ciento sesenta mil metros de altura,
se tambalea hacia el Sudeste ante ella.
De este modo, anhelante en mis sueños por Wu y Yueh,
una noche volé sobre el Lago del Espejo, bajo la luna,
la luna derramó mi sombra sobre el agua
y viajó conmigo hasta el propio Yenshi.
El pabellón del señor Hsie aún permanecía
donde las aguas verdes se arremolinaban y el chillido de los monos era estridente.
Calzando los zapatos de Hsie, trepé por la oscura escalera de las nubes,
a medio camino vi surgir del océano el sol
y oí el canto del Gallo del Cielo.
Y mi senda se enroscó a través de mil despeñaderos.
Embriagado por las llores me recosté contra una roca
y de pronto todo estaba oscuro.
Resonaron gruñidos de osos y rezongos de dragones
entre las rocas y los arroyos.
La selva impenetrable me aterrorizó, huí de los acantilados amenazantes,
oscuras eran las nubes, pesadas de lluvia,
las aguas hirvientes se convirtieron en brumosos rocíos,
se encendían relámpagos, el trueno resonaba,
los picachos temblaban, los guijarros se rompían
y el umbral de piedra de una enorme caverna se abría en un bostezo.
Debajo de mí, un vacío insondable de azul,
el sol y la luna fulguraban sobre terrazas de plata y de oro;
con arcoiris por ropajes y vientos por corceles,
los amos de las nubes descendieron como anfitriones poderosos,
los fénixes rodeaban las carrozas, los tigres tocaban la cítara
mientras pasaban los inmortales fila tras fila.
Mi corazón estaba embargado por el miedo y el asombro
y despertando sobresaltado, grité
pues nada había allí, salvo mi estera y mi almohada:
el mundo de tinieblas y nubes había desaparecido.
Y así ocurre con los placeres de esta vida:
todo pasa, como el agua corre hacia el Este.
Te dejo, amigo, ¿cuándo volveré?
Iré a pastorear ciervos blancos entre los picachos verdes
y cabalgando visitaré montañas famosas en la leyenda.
¿Querrías que inclinase la cabeza ante príncipes poderosos
olvidando toda la alegría de mi corazón?
perdidas entre la niebla y las olas,
pero los hombres de Yueh hablan de la Montaña Madre del Cielo
que se muestra a través de las grietas en las nubes que rielan.
La Madre del Cielo se remonta al firmamento, atraviesa el horizonte,
se proyecta sobre los Cinco Picos y la Fortaleza Escarlata,
mientras la Terraza del Cielo, a ciento sesenta mil metros de altura,
se tambalea hacia el Sudeste ante ella.
De este modo, anhelante en mis sueños por Wu y Yueh,
una noche volé sobre el Lago del Espejo, bajo la luna,
la luna derramó mi sombra sobre el agua
y viajó conmigo hasta el propio Yenshi.
El pabellón del señor Hsie aún permanecía
donde las aguas verdes se arremolinaban y el chillido de los monos era estridente.
Calzando los zapatos de Hsie, trepé por la oscura escalera de las nubes,
a medio camino vi surgir del océano el sol
y oí el canto del Gallo del Cielo.
Y mi senda se enroscó a través de mil despeñaderos.
Embriagado por las llores me recosté contra una roca
y de pronto todo estaba oscuro.
Resonaron gruñidos de osos y rezongos de dragones
entre las rocas y los arroyos.
La selva impenetrable me aterrorizó, huí de los acantilados amenazantes,
oscuras eran las nubes, pesadas de lluvia,
las aguas hirvientes se convirtieron en brumosos rocíos,
se encendían relámpagos, el trueno resonaba,
los picachos temblaban, los guijarros se rompían
y el umbral de piedra de una enorme caverna se abría en un bostezo.
Debajo de mí, un vacío insondable de azul,
el sol y la luna fulguraban sobre terrazas de plata y de oro;
con arcoiris por ropajes y vientos por corceles,
los amos de las nubes descendieron como anfitriones poderosos,
los fénixes rodeaban las carrozas, los tigres tocaban la cítara
mientras pasaban los inmortales fila tras fila.
Mi corazón estaba embargado por el miedo y el asombro
y despertando sobresaltado, grité
pues nada había allí, salvo mi estera y mi almohada:
el mundo de tinieblas y nubes había desaparecido.
Y así ocurre con los placeres de esta vida:
todo pasa, como el agua corre hacia el Este.
Te dejo, amigo, ¿cuándo volveré?
Iré a pastorear ciervos blancos entre los picachos verdes
y cabalgando visitaré montañas famosas en la leyenda.
¿Querrías que inclinase la cabeza ante príncipes poderosos
olvidando toda la alegría de mi corazón?
LUCHANDO AL SUR DE LA CIUDAD (Li-Po)
El año pasado luchamos en las puertas del sangkan;
este año, a lo largo de los lechos de los ríos en el Pamir,
hemos lavado nuestras espadas en la espuma de los mares partos
y apacentamos nuestros caballos entre las nieves de Tienshan.
Después de una campaña de diez mil líes
nuestros hombres están fatigados y envejecidos.
Batallar, masacrar, para los hunos es igual que sembrar:
huesos blancos son la única cosecha en estas arenas amarillas.
Donde la Casa de Chin construyó la Gran Muralla contra los nómades,
la Casa de Han conservó encendidos los fuegos del faro
y éstos arden aún:
parece que no hay fin para la lucha.
En el yermo los hombres se cortan en pedazos,
caballos sin jinete relinchan furiosamente hacia los cielos,
milanos y cuervos arrancan las entrañas humanas,
vuelan con ellas y las cuelgan
en las ramas de los árboles muertos.
La sangre de los soldados mancha la hierba y las zarzas.
¿Para qué sirve un jefe sin sus tropas?
La guerra es algo temible
y el príncipe juicioso recurre a ella sólo si debe hacerlo.
este año, a lo largo de los lechos de los ríos en el Pamir,
hemos lavado nuestras espadas en la espuma de los mares partos
y apacentamos nuestros caballos entre las nieves de Tienshan.
Después de una campaña de diez mil líes
nuestros hombres están fatigados y envejecidos.
Batallar, masacrar, para los hunos es igual que sembrar:
huesos blancos son la única cosecha en estas arenas amarillas.
Donde la Casa de Chin construyó la Gran Muralla contra los nómades,
la Casa de Han conservó encendidos los fuegos del faro
y éstos arden aún:
parece que no hay fin para la lucha.
En el yermo los hombres se cortan en pedazos,
caballos sin jinete relinchan furiosamente hacia los cielos,
milanos y cuervos arrancan las entrañas humanas,
vuelan con ellas y las cuelgan
en las ramas de los árboles muertos.
La sangre de los soldados mancha la hierba y las zarzas.
¿Para qué sirve un jefe sin sus tropas?
La guerra es algo temible
y el príncipe juicioso recurre a ella sólo si debe hacerlo.
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