lunes, 29 de noviembre de 2010

Continuación de la teoría de la virtud. Del valor y de la templanza (Nicomaco)

Capítulo primero. La virtud sólo puede aplicarse a actos voluntarios.
Definición de lo voluntario y de lo involuntario. – Dos especies de cosas involuntarias, según que se hacen por fuerza o por ignorancia. – Primera especie de cosas involuntarias. Diversos ejemplos de casos de fuerza mayor; acciones mixtas; son siempre en parte voluntarias. – La muerte es preferible a ciertos actos: el Alcmeon de Eurípides. – Definición general de lo voluntario y de lo involuntario. El placer y el bien no ejercen sobre nosotros un imperio irresistible. Con frecuencia es más justo culparse a sí propio que no a las causas exteriores, 55
Capítulo II. Continuación del mismo asunto: segunda especie de cosas involuntarias.
Las cosas involuntarias por ignorancia; dos condiciones; deben ir seguidas por el dolor y el arrepentimiento. – Es preciso distinguir entre obrar por ignorancia y obrar sin saber lo que se hace. – Ejemplos diversos. – Definición del acto voluntario; las acciones inspiradas por la pasión y el deseo no son involuntarias, 58
Capítulo III. Teoría de la preferencia moral o intención.
No se la puede confundir, ni con el deseo, ni con la pasión, ni con la voluntad, ni con el pensamiento; relaciones y diferencias de la intención con todas estas cosas. – La preferencia moral puede confundirse con la deliberación que precede a nuestras resoluciones, 61
Capítulo IV. De la deliberación.
La deliberación sólo puede recaer sobre cosas que están en nuestro poder; no hay deliberación posible respecto de las cosas eternas, ni en las ciencias exactas; sólo hay deliberación en las cosas oscuras y dudosas. – La deliberación recae sobre los medios que se deben emplear y no sobre el fin que se desea. Sólo afecta a las cosas que creemos posibles. Descripción del objeto de la deliberación. La preferencia viene después de la deliberación; ejemplo tomado de Homero. – Última definición de la preferencia moral, 63
Capítulo V. El objeto verdadero de la voluntad es el bien.
Explicación de esta teoría; dificultades de los sistemas según los que el hombre aspira al verdadero bien o sólo aspira al bien aparente. – Ventaja del hombre virtuoso; sólo el sabe encontrar la verdad en todos los casos, 67
Capítulo VI. La virtud y el vicio son voluntarios.
Refutación de una teoría contraria; el ejemplo de los legisladores y las penas que consignan en sus códigos prueban claramente que creen que las acciones de los hombres son voluntarias. – Respuesta a algunas objeciones contra la teoría de la libertad. Nosotros disponemos de nuestros hábitos; y a nosotros toca regirlos para evitar que nos arrastren al mal. – El deseo del bien no es efecto de una disposición puramente natural: resulta del hábito, que nos prepara a ver las cosas bajo cierto aspecto. – Resumen de todas las teorías anteriores; indicación de las que van a exponerse, 68
Capítulo VII. Del valor.
Es un medio entre el miedo y la temeridad. – Lo que se teme en general son los males. distinción de los males; hay unos que se deben temer y otros que es preciso saber despreciar; sólo deben temerse los males que proceden de nosotros. – El verdadero valor es el que se muestra en los mayores peligros y enfrente de los males más temibles; el mayor peligro es el peligro de la muerte en los combates. Belleza de una muerte gloriosa, 73
Capítulo VIII. De los objetos temibles.
Diferencias según los individuos; reglas generales que impone la razón; definición del verdadero valor. – Excesos y defectos relativos al valor; los celtas; el hombre temerario; el fanfarrón; el cobarde. – Relaciones del valor con la temeridad y con la cobardía. – El suicidio no es una prueba de valor. – Resumen, 74
Capítulo IX. Especies diversas de valor.
Hay cinco principales: – 1ª El valor cívico; los héroes de Homero; soldados que obedecían por temor a sus jefes: – 2ª El valor de la experiencia; ventajas de los soldados aguerridos; los soldados son muchas veces menos bravos que los simples ciudadanos; batalla de Hermaeum: – 3ª El valor de la cólera; efectos de la cólera; si a la par se puede reflexionar, se convierte en verdadero valor: – 4ª El valor que procede de la confianza que se tiene en el buen éxito; intrepidez y sangre fría en los peligros imprevistos: – 5ª El valor de la ignorancia, desaparece delante del verdadero peligro, 77
Capítulo X. Estimación del valor.
El valor es siempre muy penoso, y por esta causa merece tanta estimación. – Los atletas. – La virtud en general exige sacrificios y dolorosos esfuerzos. – Fin de la teoría del valor, 81
Capítulo XI. De la templanza.
Sólo se aplica a los placeres del cuerpo y no a todos. – No puede haber intemperancia en los placeres de la vista y del oído; sólo la hay indirectamente en los placeres del olor. – La intemperancia afecta más particularmente al sentido del gusto, y en general al del tacto; ejemplo de Filoxenes de Erix. – Carácter degradante y brutal de la intemperancia; no goza, ni aun mediante el tacto, más que en ciertas partes del cuerpo, 82
Capítulo XII. Más sobre la templanza.
Deseos naturales y generales; deseos particulares y facticios. Se peca raras veces en punto a deseos naturales; se peca las más a causa de las pasiones particulares, entregándose a ellas en condiciones poco convenientes. – La templanza en los dolores es más difícil de definir que la templanza en los placeres. – La insensibilidad respecto a los placeres es muy rara y no es propia del hombre. – Retrato del hombre verdaderamente templado, 84
Capítulo XIII. Comparación de la intemperancia con la cobardía.
La intemperancia parece que es más voluntaria, porque no es otra cosa que el resultado del placer que el hombre busca naturalmente. – Intemperancia y desorden de los niños; es preciso que el hombre someta sus deseos a la razón, como el niño debe someterse a las órdenes de su preceptor. – Fin de la teoría de la templanza, 87

Teoría de la virtud (Nicomaco)

Capítulo primero. De la distinción de las virtudes en intelectuales y morales. La virtud y el hábito.
La naturaleza sólo nos da disposiciones; nosotros las convertimos en cualidades precisas y determinadas mediante el empleo que hacemos de las mismas. Haciendo esto aprendemos a obrar bien. – Importancia soberana del hábito; es preciso contraer buenos hábitos desde la más tierna infancia, 33
Capítulo II. Un tratado de moral no debe ser una pura teoría, sino ante todo un tratado práctico.
Debe de ser esto cualquiera que sea por otra parte la indecisión inevitable en los pormenores en que debe entrarse. Necesidad de la moderación; todo exceso en más o en menos destruye la virtud y la prudencia, 35
Capítulo III. Inmenso influjo del placer y de la pena en el destino humano y en la virtud.
Para juzgar bien de las cualidades que se poseen, es preciso atender a los sentimientos de placer y de pena que se experimentan después de haber obrado; el hombre de bien se complace en obrar bien; el malo, en obrar mal. – Máxima de Platón. – Inmenso influjo del placer y de la pena sobre el destino humano y sobre la virtud; el uso bueno o malo del placer o de la pena distingue profundamente a los hombres entre sí. – La moral y la política deben ocuparse sobre todo de los placeres y de las penas; también será esto objeto del presente tratado, 37
Capítulo IV. Explicación del principio, según el que se hace uno virtuoso ejecutando actos de virtud.
Diferencia entre la virtud y las artes ordinarias. Tres condiciones se requieren para que un acto sea verdaderamente virtuoso: saber, voluntad, y constancia. La primera condición es la menos importante. – Extraña manera que tienen los más de los hombres de entender la filosofía y la virtud; creen que bastan para esto vanas palabras, 40
Capítulo V. Teoría general de la virtud.
Hay tres elementos principales en el alma: las pasiones, las facultades y los hábitos. Definición de las pasiones y de las facultades. – Las virtudes y los vicios no son pasiones; tampoco son facultades; son hábitos, 41
Capítulo VI. De la naturaleza de la virtud.
Es en toda cosa la cualidad que completa y perfecciona esta misma cosa: virtud del ojo, virtud del caballo. – Definición del medio en matemáticas. El medio moral es más difícil de encontrar; el medio varía individualmente para cada uno de nosotros. – Exceso o defecto en los sentimientos y actos del hombre. – La virtud depende de nuestra voluntad; es en general un medio entre dos vicios. El uno peca por exceso, el otro por defecto. – Excepciones, 43
Capítulo VII. Aplicación de las generalidades que preceden a los casos particulares.
El valor, medio entre la temeridad y la cobardía. – La templanza, medio entre la corrupción y la insensibilidad. – La liberalidad, medio entre la prodigalidad y la avaricia. – La magnificencia. – La grandeza de alma, medio entre la insolencia y la bajeza. – La ambición, medio entre dos excesos que no han recibido nombre especial. – Numerosos vacíos que hay en las lenguas para expresar todos estos diversos matices. – La veracidad, medio entre la fanfarronería y disimulo. – La gracia, medio entre la bufonería y la rusticidad. – La amistad, medio entre la adulación y la aspereza. – La modestia, la imparcialidad, la envidia, la malevolencia, 46
Capítulo VIII. Oposición de los vicios extremos entre sí y con la virtud que ocupa el medio.
Oposición del medio a los dos extremos. Los extremos están más distantes uno de otro que lo están del medio que los separa. – En ciertos casos, uno de los extremos se aproxima más al medio. La temeridad está más cerca del valor que la cobardía; por lo contrario, la insensibilidad está más cerca de la templanza que la relajación. Dos causas de estas diferencias: una procedente de las cosas y otra de nosotros, 51
Capítulo IX. Dificultad de ser virtuoso, y consejos prácticos para serlo.
Deben estudiarse las tendencias naturales que sienta cada cual en sí e inclinarse al extremo contrario; medio de reconocer aquellas; necesidad de resistir al placer. – Insuficiencia de los consejos por precisos que sean; es necesario ejercitarse constantemente en la práctica, 52

Teoría del bien y de la felicidad (Nicomaco)

Capítulo primero. El bien es el fin de todas las acciones del hombre.
Diversidad y subordinación de los fines que nuestra actividad se propone. – Importancia del fin y del bien supremos. – Superioridad de la ciencia política, única que nos los puede dar a conocer; grado de exactitud que se puede exigir de esta ciencia. – La juventud es edad poco a propósito para el estudio de la política, 3
Capítulo II. El fin supremo del hombre es la felicidad.
Diversidad de opiniones sobre la naturaleza de la felicidad; estudio de las más célebres e importantes. – Diferencia de métodos según que se parte de los principios o se sube hasta los mismos. – Cada cual juzga en general de la felicidad por lo que es su vida; al vulgo le basta ir en pos de los placeres; el amor a la gloria es el patrimonio de las naturalezas superiores, así como el amor a la virtud. – Insuficiencia de la virtud para producir por sí sola la felicidad; desprecio de la riqueza, 6
Capítulo III. De la Idea general de la felicidad.
Crítica del sistema de las ideas de Platón. Objeciones diversas; el bien no es uno, puesto que se da en todas las categorías, y que hay muchas ciencias del bien; el bien en sí y el bien se confunden. – Los pitagóricos y Espeusipo. – Distinción de los bienes que son bienes por sí mismos, y de los que sólo lo son a causa le otra cosa; dificultades de esta distinción. – El medio más seguro de conocer el bien es estudiarle en los bienes particulares que el hombre posee y utiliza, 10
Capítulo IV. El bien en cada género de cosas es el fin en vista del cual se hace todo lo demás.
La felicidad es el fin último de todos los actos del hombre; es independiente y perfecta. – La felicidad no se comprende bien sino mediante el conocimiento de la obra propia del hombre. Esta obra es la actividad del alma dirigida por la virtud, 13
Capítulo V. Imperfección inevitable de esta indagación de la felicidad.
El tiempo completará estas teorías; no debe exigirse en todas las cosas una precisión igual. – Importancia de los principios, 17
Capítulo VI. Justificación de la definición de la felicidad dada más arriba.
Para darse bien cuenta de esta definición, es preciso combinarla con los atributos diversos que vulgarmente se dan a la felicidad. – División de los bienes en tres especies: bienes del cuerpo, bienes del alma y bienes exteriores. – La felicidad implica necesariamente la actividad. – La actividad regida por la virtud es la más alta condición de la felicidad del hombre. Sin embargo de esto, los bienes exteriores completan también la felicidad y parecen accesorios indispensables, 18
Capítulo VII. La felicidad no es un efecto del azar; es a la vez un don de los dioses y el resultado de nuestros esfuerzos.
Dignidad de la felicidad comprendida de esta manera. Esta teoría concuerda perfectamente con el fin que se propone la política. – Entre todos los seres animados, sólo el hombre puede ser dichoso, porque es el único capaz de virtud. – No puede decirse que un hombre es dichoso mientras vive y está expuesto a los azares de la fortuna. – ¿Se sienten los bienes y los males después de la muerte?, 21
Capítulo VIII. La virtud es la verdadera felicidad.
No hay necesidad de esperar la muerte de un hombre para decir que es dichoso; la virtud es la que constituye la verdadera felicidad; y no hay nada más seguro en la vida humana que la virtud. – Distinción entre los acontecimientos de nuestra vida, según que son más o menos importantes. – Las pruebas fortifican y apoyan la virtud; el hombre de bien nunca se muestra abatido; serenidad del sabio y constancia de su carácter. – Necesidad de los bienes exteriores hasta cierto punto, 24
Capítulo IX. Influjo del destino de nuestros hijos y de nuestros amigos sobre nosotros.
Es también probable que después de nuestra muerte nos interesemos aún por ellos. Naturaleza de las impresiones que se pueden experimentar después que ha abandonado uno la vida; estas impresiones deben ser muy poco vivas, 27
Capítulo X. La felicidad no merece nuestras alabanzas: merecería más bien nuestro respeto.
Naturaleza relativa y subordinada de las cosas que pueden ser alabadas; no hay alabanzas posibles para las cosas perfectas; sólo cabe admirarlas; teoría ingeniosa de Eudoxio sobre el placer. – La felicidad merece tanto más nuestro respeto, cuanto que es el principio y la causa de los bienes que deseamos al esforzarnos por conseguirla, 28
Capítulo XI. Para darse cuenta de la felicidad es preciso estudiar la virtud que la produce.
La virtud es el objeto principal del hombre de Estado. Para gobernar bien los hombres, es preciso haber estudiado el alma humana. Límites en que debe encerrarse este estudio. – Cita de las teorías que el autor ha expuesto sobre el alma en sus obras exotéricas: dos partes principales en el alma, una irracional, otra dotada de razón. distinción en la irracional de una parte animal y vegetativa, y de otra que sin poseer la razón, puede por lo menos obedecer a esta. – división de las virtudes en intelectuales y morales, 29

domingo, 28 de noviembre de 2010

Los formales y el frío (Mario Benedetti)


Quien iba a prever que el amor ese informal
se dedicara a ellos tan formales
mientras almorzaban por primera vez
ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes
su sonrisa, la de ella,
era como un augurio o una fábula;
su mirada, la de él, tomaba nota
de cómo eran sus ojos, los de ella.
Pero sus palabras, las de él
no se enteraban de esa dulce encuesta.
Como siempre o como casi siempre
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche.
Y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia.
Extra seco y sin hielo por favor.
Cuando llegaron a su casa, la de ella;
ya el frío estaba en sus labios, los de él,
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos.
Una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio,
como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre.
El probó: Sólo falta que me quede a dormir.
Y ella probó: ¿Por qué no te quedás?
y él: No me lo digas dos veces
y ella: bueno ¿por qué no te quedás?
De manera que él se quedó, en principio
a besar sin usura sus pies fríos, los de ella;
después ella besó sus labios, los de él,
que a esa altura ya no estaban tan fríos.
Y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Carta (Lizkno, J)

Prefiero leer tus cartas,
que con un toque primaveral
me hacen recordar tu voz.

Prefiero contemplar las poco
fotos que en mi baúl aún
guardo de ti, para poder
sentir, tu esencia, que en tu
lejanía me hacen sentir tu
presencia.

Prefiero imaginarme tú cuerpo
en esta psique, que aunque
entorpecida por los pensamientos,
me permiten ver tu silueta.

Prefiero aún, oler el aire que
ha tu partida, aún deja una brizna
de tu perfume que me permiten
respirarte.

¿Cuánto deseo yo por forcluir
tú partida?; sé que no existes,
aún así fantaseo con tu silueta
en un mundo donde la fantasía
es prohibida.

El regalo (Ghandi)

Si yo pudiera dejarles algún regalo,
dejaría acceso al sentimiento
de amar la vida de los seres humanos.

La consecuencia de aprender
todo lo que fue enseñado
por los tiempos que pasaron
para recordar los errores que
fueron cometidos y que no se
repetirán jamás.

La capacidad de escoger, nuevos
rumbos. Les dejaría, si pudiera,
el respeto por aquello que es
indispensable: además del pan, el
trabajo. Además del trabajo, la acción

Y si todo faltara, un secreto:
el de buscar en el interior de
sí mismo la respuesta y la
fuerza para encontrar la salida.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Embriología de la nostalgia (Camila Krauss)

No es fácil precisar si en la yema se concentraron los versos melódicos de siete y cinco sílabas de
las cuecas y las seguidillas chilenitas; y en la clara, la expansiva nostalgia de Vallejo, los callejones
de Trilce sin salida. La poética de Omar Lara (Nueva Imperial, 1941) es el cigoto: la vida probable,
la contingencia.
Todo poema breve quiere abrazar la contingencia, el infinito que suscitan palabras, cromosomas y
conjuntos que se encuentran. Entre sílabas, un mundo: de encallada a encanallada; entre versos,
un tiempo de imposibles posibilidades: “Puedes amarme y todo nos separa / Puede que sí / Puede
que no; entre lenguaje y silencio: …adivinamos el porvenir / encontramos una aguja en un pajar / y
la perdemos / oh dios.”
Un yo herido, huérfano, que en la síntesis hace sus lazos consanguíneos y para ellos provee un
tiempo de expansión y simultaneidad, donde un recuerdo indeleble de la infancia convive en la
nébula, apremiante e imprecisa del exilio. Un tiempo de agar y suspensión para que cuajen amores
posibles o no, la amistad de los caídos, la vida interior sin pasaporte.
Fernando Alegría, crítico de la obra de Lara, lo destaca como “maestro del boomerang, arte de
pueblos fronterizos y civilizaciones de archipiélago”. Así lanza su juego en el poema “Toque de
queda”: “Quédate / le dije / y / la toqué”; o en los versos que dan fin a “Lectura”: “Todo tiene su
nada / La luz que hace tu rostro / la luz que hizo tu rostro.” Sonido y sentido combinados hasta en
las pequeñas hélices del código poético.
Si no hay sinonimia verdadera, tampoco fidelidad y simetría en la repetición (sea de un fonema, un
verbo, la persona enunciativa). “En el filo / en el fondo / o en la linde / me sostuve con ella, me
sostuvo”, el sonido percute y se despliega, recrea la realidad evasiva, es punto de fuga y puerta de
correspondencias. En “La imagen engañosa” la reiteración de un verso da una intención gráfica y
ostensiva para precisar la imagen: “Esta flecha que atraviesa el espacio / en un momento vuela
paralela / en un momento vuela paralela/ a los hilillos de la luz. / Esta flecha vuela y se revuelca /
de vuelta a la sombra que la impulsa. / Ahí se desvanece.” La repetición, medida y asimétrica,
quiere comprender y olvidar, dar permanencia y neutralizar; este recurso define los epigramas,
romances, sonetos y cuartetas de Omar Lara.
Para el poeta, librero y traductor “es muy difícil separar [su] yo biográfico total, [su] yo histórico y
social, de [su] yo poético.” Y afirma: “No me veo ejerciendo ni aun en mi niñez, una visión o
relación con las cosas del mundo que no sea una relación poética […], un modo ‘conmovido’ de
observar, muy cercano a la experiencia angustiosa de no entender nada y tal vez no querer
entender nada, por la demoledora voluptuosidad que implica.” La demoledora voluptuosidad de no
saber que Vallejo cifrara en “Los heraldos negros” (“Hay golpes en la vida tan fuertes… yo no sé”),
respira en la obra de Omar Lara, que piensa el rumor del mundo como si fuera sordo y recuerda no
a la amante, sino “aquel tiempo en que pudimos habernos amado / ese tiempo”. Su lenguaje
reticente, “inimitable”, sufre con nostalgia y amorosamente.
El destino del cigoto, su sitio familiar e íntimo está en el futuro, en Portocaliu, lugar no imaginario,
poético; reconocible por la armonía vocálica, las repercusiones semánticas, la rima cero, las hojas
de nalca, las serpientes coral, el río y una bienvenida —no por muchos consentida: “Herido como
estás de tu dolor tan cariñoso.”

FRAGMENTOS (Gottfried Benn)



Fragmentos,
desechos del alma,
coágulos del siglo veinte.
 
Cicatrices: alterada circulación de la creación temprana;
las religiones históricas de cinco siglos, destruidas;
la ciencia: fisuras en el Partenón,
Planck, de nuevo perturbado, tropezó en su teoría de
los quantas con Kepler y Kierkegaard.
 
Pero hubo anocheceres que se perdieron en los colores
del Dios Padre, más sueltos, bullendo largamente,
irrevocables en su silencio,
en su chorreante azul,
color de los introvertidos.
Entonces uno se concentraba,
las manos apoyadas sobre la rodilla,
rústica, sencillamente,
y entregado a un tranquilo trago
mientras sonaban las armónicas de los peones.
 
Y otros,
acosados por convulsiones interiores,
impulsos hacia lo abovedado,
estilos de arquitectura comprimida
o partidas de caza en pos del amor.
 
Crisis de expresión y ataques de erotismo:
esto es el hombre de hoy.
El interior, un vacío,
la continuidad de la persona
es conservada por los trajes
que si son de buen material duran diez años.
 
El resto, fragmentos,
sonidos a medias,
frases de melodías desde las casas vecinas,
negro spirituals
o Ave Marías.

Metro (GOTTFRIED BENN)

El blando estremecimiento. Primera sangre. Como
de pieles calientes llega de los bosques.
Un revoloteo rojo. La gran sangre sube.
A través de toda la primavera viene la mujer extraña.
La media en el empeine está ahí. Mas, dónde finaliza,
eso está lejos de mí. Sollozo en el umbral:
tibio florecimiento, extrañas humedades.
¡Oh, cómo su boca derrocha el aire tibio!
tú cerebro de rosa, sangre de mar, tú atardecer de los dioses,
tú jardín de la tierra, ¡cómo fluyen tus caderas
tan frescas en marcha hacia afuera, hacia donde vayas!
Oscuridad: ahora vive bajo sus ropas:
Sólo animal blanco, olor suelto y mudo.
Un pobre cerebro de perro, a duras penas colgado de Dios.
Soy la frente satisfecha. Oh, un andamio
de alambiques sangrientos que se desprende suavemente
y se hincha, aterra y chorrea.
Tan desprendido. Tan cansado. Quiero vagar.
Los caminos sin sangre. Canciones de los jardines.
Sombra y diluvio. Suerte lejana: un muerto
se redime dentro del mar de profundo azul.

Canto de Gaspar Hauser (GEORG TRAKL)

Para Bessie Loos
Él en verdad amó al sol, que purpúreo baja la colina
por los caminos del bosque, entre los pájaros negros que cantan
y las alegrías del verdor.
Serio fue su vivir a la sombra del árbol
y pura su mirada.
Dios habló con suave flama en su corazón:
“¡Oh, hombre!”
Leve fue su andar por la ciudad en la tarde;
la oscura queja de su boca:
“Quiero ser un jinete.”
Pero lo siguieron el arbusto y el animal,
la casa y el jardín crepuscular de los hombres blancos,
y su asesino lo halló.
Primavera y verano y bello el otoño
de los justos, su paso lento
hacia el oscuro cuarto de los sueños.
De noche permaneció solo con su estrella;
Vio la nieve que cae sobre el frío ramaje
y en el atardecer del vestíbulo la sombra del asesino.
Plateada hundió la cabeza el no nacido.

¿De qué maravillas ríe la tierra del mañana...(Stefan George)

¿De qué maravillas ríe la tierra del mañana
como si fuese el primer día? Asombrosos cantos
de nuevos y crecidos mundos el viento trae,
la vieja montaña ve formas cambiadas
y como en el jardín de la infancia brotan columpios…
La corriente de agua riega la orilla y serpentea
su temblorosa plata con todo el polvo del año,
la creación se estremece como gracia en pie.
Ninguno anda por el camino cuya cabeza
una ignorada grandeza no lo adorne.
Una amplia luz está derramada sobre la tierra…
¡Saludos a todos los que en ese rayo van!
El molino deja los brazos quietos…
El molino deja los brazos quietos
ahí el erial quiere descansar.
El estanque aguarda el rocío del viento,
sus plantas son lanzas luminosas
y los pequeños árboles se inmovilizan
como blanqueadas retamas.
Niños blancos arrancan cánticos
sobre el mar de ciego hielo,
para el día de bendición barren
las aldeas del pueblo que imploran paz
al lejano Dios que les enseñaron.
que ya suplican se acerque.
¿Vino un silbido por todo el campo?
Todas las lámparas tiemblan inquietas.
¿No fue como si algo llamara?
Recibieron a sus novias
los muchachos negros desde lo profundo…
¡Campanas, repiquen! ¡Campanas, repiquen!

La palabra (Stefan George)

Maravilla o sueño, de lejos
la traje hasta orillas de mi tierra
y esperé a que la gris norna encontrase
su nombre en la fuente—
después de eso pude pasarla por la frontera
y pesada y fuerte ahora florecía y brillaba
pero luego de tan largo y buen viaje
con esa joya rica y delicada
ella me hizo saber lo siguiente:
“aquí no se duerme sobre tierra profunda”
luego de lo cual escapó de mi mano
y jamás mi tierra ganó ese tesoro…
así que triste aprendí la renuncia:
ninguna cosa hay donde la palabra falta.

Declaración de amor

¡Oh maravilla! ¿Él vuela todavía?
¿Sube arriba y descansan sus alas?
¿Qué lo levanta y lo lleva?
¿Cuál es ahora su meta y camino y rienda?
Igual a la estrella y la eternidad,
vive ya en las alturas, de las que huye la vida,
compasivo él mismo con la envidia—:
¡y alto vuela también aquel que sólo está colgado!
¡Oh pájaro albatros!
Hasta lo alto floreces para mí con retoños eternos.
Pienso en ti: ahí me fluye
Lágrima sobre lágrima, —sí, ¡yo te amo!

Canto de Zaratustra (FRIEDRICH NIETZSCHE)

¡Oh, hombre! ¡Escucha!
¿Qué dice la profunda medianoche?
“Yo duermo, duermo—
en el profundo sueño estoy despierto:—
El mundo es profundo
y más profundo como el día recordado.
Profundo es su soplo—,
Goce— ¡más profundo aún como canto del corazón!
El soplo habla: ¡pasa!
Mas todo goce quiere eternidad—
—¡quiere profunda, profunda eternidad!”

viernes, 19 de noviembre de 2010

El rito del sol negro (Antonin Artaud)

Abajo
al pie del declive amargo
cruelmente desesperado del corazón

se abre un círculo con seis cruces
abajo muy abajo
como encajado en la tierra madre
pero desgarrado del abrazo inmundo de la madre
que babea

el suelo de negro carbón
es el único lugar húmedo
sobre esta inmensa piedra

y allí
hay seis hombres
uno por cada sol
y un séptimo hombre
vestido de negro y carne roja
encarna al sol más violento

este séptimo hombre
es un caballo
un caballo con un hombre que lo acompaña

pero el caballo
es el sol
no el hombre

a ritmo desgarrador de un tambor y una larga y extraña trompeta
los seis hombres
que estaban recostados
enroscados a ras de la tierra
brotan sucesivos
como girasoles
suelos que giran
lotos de agua

y cada brote
se corresponde con el gong cada vez más sombrío
y contenido
del tambor
hasta que de pronto se ve llegar a todo galope
con una velocidad de vértigo
al último sol
al primer hombre
al caballo negro

y sobre él
un hombre desnudo
todo desnudo
y virgen

después de saltar avanzan describiendo
meandros circulares
el caballo de carne sangrante enloquece
y caracolea sin cesar
en la cima del risco
hasta que los seis hombres
terminan de rodear
las seis cruces

la mayor tensión del rito
es precisamente
la abolición de la cruz

cuando terminan de girar
arrancan
las cruces de la tierra
y el hombre desnudo
sobre el caballo
enarbola
una inmensa herradura
empapada

en la sangre de una cuchillada...

Máscara de la noche (Vinicio de Moraes)

Yo siento que esa tarde me está viendo, que esa serendiad me está viendo
Que el momento de la creación me está viendo en este instante doloroso de sosiego en mí mismo
¡Creación que estás viéndome, cobra forma de mujer y bésame los ojos
Acaricia mis cabellos, canta una canción para hacerme dormir!

Eres tú, sí, máscara de la noche, con tu carne rosada
Con tus largos chales campestres y tus cánticos
¡Eres tú, sí! Oigo a tus faunos puntillando las aguas con sonidos de flautas
En largas escalas cromáticas, fragantes...

...
¿Por qué no vienes, noche? ¿por qué no adormeces tu manto
Por qué no te evaporas, espectro, en ese perfume tierno de rosas?
Deja que la tarde envuelva eternamente el rostro de los dioses
¡Noche, dolorosa noche, tú eres el presentimiento
Sólo tú conoces y acoges todos mis pensamientos
Tu cielo, tu luz, tu calma
Son la palabra de la muerte y del sueño en mí!

El pensamiento del afuera (Foucault)

"La atracción es para Blanchot lo que, sin duda, es para Sade el deseo, para Nietzsche la fuerza, para Artaud la materialidad del pensamiento, para Bataille la transgresión: la experiencia pura y más desnuda del afuera. Pero hay que entender bien lo que con esta palabra se está designando: la atracción, tal como la entiende Blanchot, no se apoya en ninguna seducción, no irrumpe ninguna soledad, no funda ninguna comunicación positiva. Ser atraído, no consiste en ser incitado por el atractivo del exterior, es más bien experimentar, en el vacío y la indigencia, la presencia del afuera, y, ligado a esta presencia, el hecho de que uno está irremediablemente fuera del afuera. Lejos de llamar a la interioridad a aproximarse a otra distinta, la atracción manifiesta imperiosamente que el afuera está ahí, abierto, sin intimidad, sin protección ni obstáculo (¿cómo podría tenerla, él que no tiene interioridad, sino que la despliega al infinito fuera de toda clausura?); pero que a esta abertura misma, no es posible acceder, pues el afuera no revela jamás su esencia; no puede ofrecerse como una presencia positiva _como una cosa iluminada desde el interior por la certidumbre de su propia existencia_ sino únicamente como la ausencia que se retira lo más lejos posible d sí misma y se abisma en la señal que emite para que se avance hacia ella, como si fuera posible alcanzarla."

Sitiado por un dios inasible que me ahoga (Cantico. Salmo. De los hijos de Coré. Del maestro de coro. Para la enfermedad. Para la aflicción. Hemán el aborigen.)

Yahvéh, Dios mio, de día clamo,
grito de noche ante ti;
llegue hasta ti mi plegaria,
presta oidos a mi clamor.

Porque mi alma de males está ahíta,
y mi vida está al borde del seol;
contado entre los que bajan a la fosa,
soy como un hombre acabado:

relegado entre los muertos,
como los cadáveres que yacen en la tumba,
aquellos de los que no te acuerdas más,
que están arrancados de tu mano.

Me has echado en lo profundo de la fosa,
en las tinieblas, en los abismos;
sobre mi pesa tu furor,
con todas tus olas me hundes.

Has alejado de mi a mis conocidos,
me has hecho para ellos un horror,
cerrado estoy y sin salida,
mi ojo se consume por la pena.

Yo te llamo, oh Yahvéh, todo el día,
tiendo mis manos hacia ti.
¿Acaso para los muertos haces maravilas,
o las sombras se alzan a alabarte?

¿Se habla en la tumba de tu amor,
de tu lealtad en el lugar de la perdición?
¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas,
o tu justicia en la tierra del olvido?

Más yo grito hacia ti, Yahvéh,
de madrugada está ya ante tí mi oración;
¿por qué, Yahvéh, ,mi alma rechazas,
lejos de mi tu rostro ocultas.

Desdichado y agónico estoy desde mi infancia,
he soportado tus terrores y ya no puedo más;
han pasado tus iras sobre mí,
tus espantos me han aniquilado.

Me envuelven como el agua todo el día,
se aprietan contra mi todos a una.
Has alejado de mi compañeros y amigos,
son mi compañia las tinieblas.

DÉBIL DEL ALBA - (Pablo Neruda)

El día de los desventurados, el día pálido se asoma
con un desgarrador olor frío, con sus fuerzas en gris,
sin cascabeles, goteando el alba por todas partes:
es un naufragio en el vacío, con un alrededor de llanto.

Porque se fue de tantos sitios la sombra húmeda, callada, 
de tantas cavilaciones en vano, de tantos parajes terrestres
en donde debió ocupar hasta el designio de las raíces, 
de tanta forma aguda que se defendía.

Yo lloro en medio de lo invadido, entre lo confuso,
entre el sabor creciente, poniendo el oído
en la pura circulación, en el aumento,
cediendo sin rumbo el paso a lo que arriba,
a lo que surge vestido de cadenas y claveles,
yo sueño, sobrellevando mis vestigios morales.

Nada hay de precipitado ni de alegre, ni de forma orgullosa,
todo aparece haciéndose con evidente pobreza,
la luz de la tierra sale de sus párpados 
no como la campanada, sino más bien como las lágrimas:
el tejido del día, su lienzo débil,
sirve para una venda de enfermos, sirve para hacer
señas en una despedida, detrás de la ausencia:
es el color que sólo quiere reemplazar, 
cubrir, tragar, vencer, hacer distancias.

Estoy solo entre materias desvencijadas,
la lluvia cae sobre mí, y se me parece,
se me parece con su desvarío, solitaria en el mundo muerto,
rechazada al caer, y sin forma obstinada.





jueves, 18 de noviembre de 2010

ENSAYO :EL PENSAR Y LAS REFLEXIONES MORALES (Lizkno, J.)


“El mal no es nunca radical, sólo es extremo, y carece de toda profundidad y de cualquier dimensión demoníaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se extiende como un hongo por la superficie.”
                                                              Hannah Arendt



El texto trae a colación un tema importante que Hannah Arendt realiza sobre la democracia participativa y lo más importante la desobediencia civil que desde términos kantianos es llamado también “la banalidad del mal”, siguiendo a Kant plantea claramente que conocer y pensar, son dos esferas distintas del ejercicio del intelecto; pensar es un proceso donde se cuestiona las propias certezas y certidumbres en la búsqueda no de conocimiento de las cosas sino de darle sentido a las cosas, ya que continuamente estamos, nos movemos y usamos un conjunto de cánones, de reglas, de estereotipos, de frases, de clichés, de esquemas, que nos ayudan a vivir en la sociedad pero que deben ser criticadas y cuestionadas.
Es así que en el texto se habla de que en las sociedades no ejerce el pensar, pues siempre se obedece a las reglas o siempre se aceptan la validez de las mismas, porque según Arendt al perder la capacidad de pensar se pierde también la capacidad de juzgar dejando siempre su decisión en manos de otros. Y si bien para Arendt el pensar no es igual a juzgar sin duda están conectadas ya que reflexionar sobre lo bueno o lo malo, sobre lo bello o lo feo, sobre la pertinencia o no de un código de conducta siempre acarrea la toma de una posición; así mismo habla de la existencia que esta siempre excede la esencia donde resalta que el hombre existe como pluralidad, para Arendt la existencia individual es lo que nos hacer ser humanos reconociendo las diferencias en la convivencia común o pública.
Por otro lado Arendt usa como ejemplo a Sócrates quien, en el texto propone empezar a buscar qué son la justicia, la piedad, el conocimiento y la finalidad a través de la invitación al diálogo que según él invita al ejercicio del pensar; la intención de Sócrates aunque existen roces con el nihilismo (la negación de todos los valores) o el escepticismo según él son riesgos siempre presentes pero pues esto no invalida la utilidad del pensar, ya que la perplejidad es el principio y de ninguna manera el fin del pensar.
El riesgo del pensar es mayor en el caso de la política, ya que la duda, la parálisis en la misma no es aconsejable ya que sobre todo la política necesita acción. Sin embargo la ausencia del pensamiento todavía lo es más ya que, dada su propia naturaleza, los líderes políticos actúan con pleno convencimiento de que sus pautas de conducta y sus valores son los válidos desde siempre y para siempre sin que el más mínimo asomo de duda ensombrezca sus decisiones, lo que al final, es impuesto a la propia sociedad, con consignas, con ideologías congeladas, con discursos que no llevan a ninguna parte. (Características que se viven en cualquier tipo de país donde no sabemos elegir a los candidatos, cuando simplemente se elige por apariencia)
Finalmente, se  puede concluir que la incapacidad de pensar es la incapacidad de ir más allá de la adecuación entre el acto que supuestamente es admitido dentro de una sociedad, incapacidad que hace cuerpo con una falta de lucidez respecto de sí, una falta de espíritu crítico, la interrupción de la actitud reflexiva: en pocas palabras, la renuncia de la responsabilidad frente al juicio que recae sobre la intención de sus propios actos.
Esta incapacidad no impide el juicio de las acciones como caso sometido a la ley, sino que impide precisamente el retorno reflexivo de este juicio sobre sí mismo.

Analisis del texto: Arendt, H. (1996). “La condición humana”. Paidós. Barcelona, España.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los espacios del sueño. (Robert Desnos.)

En la noche están naturalmente las siete maravillas del mundo y la grandeza y lo trágico y el encanto.
Los bosques se tropiezan confusamente con las criaturas legendarias escondidas en los matorrales.
Estás tú.
En la noche están los pasos del paseante y los del asesino y los del guardia urbano y la luz del farol y la linterna del trapero.
Estás tú.
En la noche pasan los trenes y los barcos y el espejismo de los países donde es de día.
Los últimos alientos del crepúsculo y los primeros estremecimientos del alba.
Estás tú.
Un aire de piano, el estallido de una voz.
Un portazo. Un reloj.
Y no solamente los seres y las cosas y los ruidos materiales.
Sino también yo que me persigo o sin cesar me adelanto.
Estás tú la inmolada, tú la que espero.
A veces extrañas figuras nacen el momento del sueño y desaparecen.
Cuando cierro los ojos, las floraciones fosforescentes aparecen y se marchitan y renacen como fuego de artificios carnosos.
Países desconocidos que recorro en compañía de criaturas.
Estás tú sin duda, oh bella y discreta espía.
Y el alma palpable de la extensión.
Y los perfumes del cielo y de las estrellas y el canto del gallo de hace 2000 años y el grito del pavo real en los parques en llamas y besos.
Manos que se aprietan siniestramente en una luz descolorida y ejes que chirrían sobre los caminos de espanto.
Estás tú sin duda a quien no conozco, a quien conozco al contrario.
Pero que, presente en mis sueños, te obstinas en dejarte adivinar en ellos sin aparecer.
Tú que permaneces inasible en la realidad y en el sueño.
Tú que me perteneces por mi voluntad de poseerte en ilusión pero que no acercas tu rostro sino cuando mis ojos se cierran tanto al sueño como a la realidad.
Tú que en despecho de una retórica fácil donde la ola muere en la playa, donde la corneja vuela entre las fábricas en ruinas, donde la madera se pudre crujiendo bajo un sol de plomo.
Tú que estás en la base de mis sueños y que sacudes mi alma llena de metamorfosis
y que me dejas tu guante cuando beso tu mano.
En la noche están las estrellas y el movimiento tenebroso del mar, de los ríos, de los bosques, de las ciudades, de las hierbas, de los pulmones de millones y millones de seres.
En la noche están las maravillas del mundo.
En la noche no están los ángeles guardianes, pero está el sueño.
En la noche estás tú.
En el día también.

Manual de pintura y caligrafía. (José Saramago.)

Vengo a quedarme esta noche contigo».

No viniste ni pronto ni tarde, viniste a la hora cierta, en el minuto exacto, en el preciso y precioso descansillo del tiempo en el que yo podía esperarte. Entre mis pobres cuadros, rodeados de cosas pintadas y atentas nos desnudamos.

Tan fresco tu cuerpo. Ansiosos, y no obstante sin prisa. Y luego, desnudos, nos miramos sin vergüenza, porque el paraíso es estar desnudo y saber. Despacio (sólo despacio podría ser, sólo despacio) nos acercamos, y, ya cerca, de repente unidos, y trémulos. Apretados el uno contra el otro, mi sexo, tu vientre, tus brazos cruzados sobre mi cuello, y nuestras bocas, lenguas, y los dientes, respirándose, alimentándose, hablando sin palabras dichas, en un gemido interminable, como una vibración, letras inarticuladas, pausa. Nos arrodillamos, subimos el primer peldaño, y luego lentamente, como si el aire nos amparase, caíste de espaldas y yo sobre ti, tan desnudos, y luego rodamos desnudos, tú sobre mi cuerpo, tu pecho elástico, y los muslos cubriéndome, y los muslos como alas.

Sobre mí nos unimos y rodamos otra vez, yo sobre ti, tu pelo ardiendo, ahora mis manos abiertas sobre el suelo como si sobre los hombros sostuviera el mundo, o el cielo, y en el espacio entre nosotros dos las miradas tensas, luego turbadas, y el rugir de la sangre fluyendo y refluyendo en las venas, en las arterias, latiendo en las sienes, barriendo bajo la piel el cuerpo y el cuerpo. Somos nosotros el sol, las paredes ruedan, los libros, los cuadros, Marte, Júpiter, Saturno, Venus, el minúsculo Plutón, la Tierra. He ahí ahora el mar, no mar largo y océano, sino la ola desde el fondo apretada entre dos paredes de coral y subiendo, subiendo hasta estallar en espuma, chorreante. Murmullo o secreto de aguas derramadas sobre los musgos. La oleada retrocede hacia el misterio de las fosas submarinas, y tú dijiste: «Mi amor». Alrededor del sol, los planetas vuelven a su grave, lenta caminata, y nosotros que estamos lejos los vemos ahora parados, otra vez cuadros y libros, y paredes en vez de cielo profundo. Es de noche otra vez. Te levanto del suelo, desnuda. Te apoyas en mi hombro y pisas el mismo suelo que yo. Mira, son nuestros pies, herencia enigmática, plantas que dibujan, ellas, el poco espacio que ocupamos en el mundo. Estamos en el marco de la puerta. ¿Sientes la película invisible que hay que romper, el himen de las casas, desgarrado y renovado? Dentro hay un cuarto. No te prometo el cielo claro y las nubes lentas de Magritte. Estamos los dos húmedos como si hubiéramos salido del mar y entramos como en una caverna donde la oscuridad se siente en el rostro. Una pequeña luz apenas. Cuanto baste para verte y para que me veas. Te acuesto en la cama, y tú abres los brazos y planeas sobre la página blanca. Me inclino sobre ti, es tu cuerpo que respira, falda de montaña y fuente. Tienes los ojos abiertos, tienes los ojos abiertos siempre, pozos de miel luminosa. Y tus cabellos arden, campo de trigo maduro. Digo «mi amor» y tus manos descienden sobre mí desde la nuca a la raíz de la columna. Hay en mi cuerpo una antorcha. Se abren otra vez, alas, tus muslos. Y suspiras. Te conozco, reconozco donde estoy: mi boca se abre sobre tu hombro, mis brazos en cruz acompañan a tus brazos hasta los dedos clavados con una fuerza que no es nuestra. Como dos corazones, nuestros vientres laten. Gritaste, amor mío. Es todo el cielo el que grita sobre nosotros, parece que todo va a morir. Ya soltamos las manos, ya ellas se perdieron y encontraron, en las nucas, el pelo, y ahora abrazados esperamos la muerte que se acerca. Te estremeces. Me estremezco. Nos vemos sacudidos de la cabeza a los pies, y nos agarramos al borde de la caída. No se puede evitar. El mar ha entrado ahora mismo, nos hace rodar sobre esta playa blanca, o esta página, revienta sobre nosotros. Gritamos, sofocados. Y yo dije «mi amor». Duermes, desnuda, bajo la primera luz de la mañana, veo tu seno recortado en el contraluz de la impalpable película de la puerta. Despacio, poso mi mano en tu vientre. Y respiro, sosegado.