sábado, 19 de marzo de 2011

Apartado (Manuel García Morente)

El esfuerzo sistemático por develar el eterno enigma que hostiga sin cesar la insaciable curiosidad del hombre, constituye la filosofía. Ella no se refiere a cuestiones ajenas a la vida y ante cuya solución, en uno u otro sentido, el hombre pueda permanecer indiferente. Es la vida misma, con sus angustias y sus esperanzas, q aparece comprometida en la pregunta y arriesgada en la respuesta. Porque los problemas últimos y totales no se limitan a arañar la epidermis: arrastran a nuestro ser y lo penetran íntimamente. De su solución, claramente determinada o apenas entrevista, depende el curso ulterior de nuestra existencia, su felicidad o su desdicha.

No es extraño q el carácter peculiar de la filosofía se refleje sobre sus enseñanza y suscite dificultades casi insuperables. Enseñar filosofía no consiste en informar o ilustrar al discípulo acerca de pormenores que fatigan su memoria, sino suscitar en su anónimo el nacimiento de los problemas y despertar la necesidad de encontrarles perentoria respuesta; hacer q el enigma hunda su aguijón en la carne del neófito y que éste se sienta arrastrado por la incógnita experimentada como angustia propia. Por eso, iniciarse en filosofía no es asimilar un saber logrado, sino lanzarse, por propia cuenta y riesgo, a filosofar (a reflexionar sobre...)

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