Te llevaré como la caracola
lleva el rumor del mar entre sus dedos,
laberinto de viento y de sonaja,
ruido de selva, escándalo de olvido.
Te llevaré como la estela
de los barcos, perfume de eucalipto,
incienso de jardín, brasa de espuma
que purifica el fuego, escapulario
contra las rocas de los malos sueños.
Porque tu cuerpo suena por mi cuerpo,
tu lengua por mi boca, tu mirada
por el bosque abrasado de mis ojos.
Y no te olvidaré. No. Nunca. Nunca.
Aunque la mar desate sus delfines,
aunque la noche cambie en mediodía,
aunque mi corazón se haga ceniza.
(España, 1934 )
No hay comentarios:
Publicar un comentario