lunes, 10 de octubre de 2011

Escribir en un día cualquiera


Escribir así, como si fuera el día, como si fuera el sol que a diario alumbra lo que se desprende.
Escribir como si fuera el agua que brota de la tierra; no sus lágrimas, no su sangre: su simiente.
Escribir sin saber adónde, o a cuántos. El lugar es el mundo, la cantidad lo suficiente.
Escribir con las manos desatadas, con los labios de los ríos, con los besos de las fuentes.

Escribir amigo del silencio, padre del juzgado, hijo del justo, hermano del odiado.
Escribir de un árbol y su hoja, de un hijo y su cuidado, de un campesino y su arado.
Escribir el hambre y lo que dudo, lo débil y lo absurdo, lo gentil, lo esperanzado.
Escribir con un dios y una serpiente, un jardín y lo prohibido, un vacío y su cayado.

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