Siempre habrá silencios escondidos
en los recónditos pliegues de las horas.
Y en cada atardecer de nuestras vidas
nacerán más silencios sin respuesta.
Caerán presencias como maduras hojas
de árboles inútiles dormidos: testigos
ausentes e imprecisos, muerta memoria
derramada en vano.
Estrangulamos presentes al deseamos
futuros ríos de savia desbordada,
estrellada cantiga sobre el duro
y adusto corazón ajeno.
Y mañana será un llegado hoy
con nuevos filos de silenciosos miedos,
con estrenadas indecisiones tontas
y lágrimas tan frías como un acaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario