Como en un tonto juego,
como si fuese un tontear el juego
de la vida y de la muerte,
a veces el dolor sorprende al hombre
con las artimañas del que sabe
herir a destiempo.
(Siempre es a destiempo llegada
la mueca,
la espantada postura forzada que clava
miembros en el aire).
Y no sirve esconder bajo el ala
la salud y el gozo,
con su hálito perverso
y la falacia como paso venenoso
el dolor nos penetra
la armazón sorprendida y un día
malamente amanecemos.
(Y un día malamente amanecemos
al borde de insospechado abismo.
O tal vez hundidos
en el fondo de una noche).
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