Esta no es una carta de amor.
Si lo fuera diría que sueño contigo cada noche, que despierto con el sonido de tu vos impregnado en mis oídos, que voy por la vida diciendo tu nombre sin que nadie se dé cuenta, con tu rostro esculpido en mis pupilas. Te diría que pienso en ti a cada respiro, cuando hablo, cuando escucho, cuando camino, cuando existo, y cuando como sandía.
Tal vez sea solo un montón de letras, tal ves un grupo de unos y ceros acomodados de manera caprichosa en un archivo de computadora, a lo mejor es un razonamiento diluido en una hoja de un blog, o una agrupación de fonemas provocada por el insomnio a las cuatro de la madrugada.
Esta no es una carta de amor.
Fácilmente podría escribir una, y decirte que eres todo lo que pido, lo que quiero y lo que necesito, decirte que desde que mis pensamientos se ataron a ti no se han desamarrado, que te dedico mis palabras y mis hechos, que siempre estoy buscando la manera de poner palabras a la derecha de cada letra de tu nombre, decirte que eres una bella habitante en mi cabeza… y que vives sola.
A lo mejor sea un análisis fonético de mis pensamientos, quizás sea una agrupación de ideas encapsuladas en ocho letras, puede ser una de esas poesías monodirigidas que algunos llaman acróstico, tal vez solo me dieron ganas de escribirlo, o tal vez lo hago porque cuando escribo tu nombre puedo ver en el claramente tu rostro.
No es una carta de amor.
Y no lo es, porque ninguna palabra escrita en ella contiene las ocho letras de tu nombre, ningún párrafo expresa intención alguna de acercarme a ti, y en ningún renglón se encuentra una solicitud de respuesta. No es una carta de amor porque en ningún momento dice que te amo, no por que no lo sienta, sino por que no tengo el valor de decírtelo.
Si lo fuera diría que sueño contigo cada noche, que despierto con el sonido de tu vos impregnado en mis oídos, que voy por la vida diciendo tu nombre sin que nadie se dé cuenta, con tu rostro esculpido en mis pupilas. Te diría que pienso en ti a cada respiro, cuando hablo, cuando escucho, cuando camino, cuando existo, y cuando como sandía.
Tal vez sea solo un montón de letras, tal ves un grupo de unos y ceros acomodados de manera caprichosa en un archivo de computadora, a lo mejor es un razonamiento diluido en una hoja de un blog, o una agrupación de fonemas provocada por el insomnio a las cuatro de la madrugada.
Esta no es una carta de amor.
Fácilmente podría escribir una, y decirte que eres todo lo que pido, lo que quiero y lo que necesito, decirte que desde que mis pensamientos se ataron a ti no se han desamarrado, que te dedico mis palabras y mis hechos, que siempre estoy buscando la manera de poner palabras a la derecha de cada letra de tu nombre, decirte que eres una bella habitante en mi cabeza… y que vives sola.
A lo mejor sea un análisis fonético de mis pensamientos, quizás sea una agrupación de ideas encapsuladas en ocho letras, puede ser una de esas poesías monodirigidas que algunos llaman acróstico, tal vez solo me dieron ganas de escribirlo, o tal vez lo hago porque cuando escribo tu nombre puedo ver en el claramente tu rostro.
No es una carta de amor.
Y no lo es, porque ninguna palabra escrita en ella contiene las ocho letras de tu nombre, ningún párrafo expresa intención alguna de acercarme a ti, y en ningún renglón se encuentra una solicitud de respuesta. No es una carta de amor porque en ningún momento dice que te amo, no por que no lo sienta, sino por que no tengo el valor de decírtelo.
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