Agonizan los suspiros
en mi boca
en la otra
palabras que gritan
se convierten en roca
pisotean
destruyen
y el eco las magnifica
poderoso.
Yo las convierto
gozoso
en un murmullo
huyendo
hacia otros mundos
otros caminos.
Laberintos intrincados
donde me pierdo
y puedo ser
volcán que arde
mar que se agita
fiera o tranquila
en flor o marchita.
Mi cara está mojada
pero no lloro, no,
no son lágrimas
es la lluvia que la acaricia.
Mi alma cabalga
al compás del viento
y a galope tendido
cruza el firmamento.
Y mientras vuelo
como ave en el cielo
por entre mis sueños
oigo desde arriba
apagado y lento
un portazo violento.
Mis ojos se clavan
en el azul del infinito
y se deslizan
entre algodones blancos
de las nubes que pintan
muñecos de nieve.
Mis manos hilvanan
entre hilos invisibles
figuras que me hablan
y a mis oídos llega
su murmullo
convertido en sinfonía.
No sé si es una canción
o la gran imaginación
que compone una melodía
y va forjando el corazón
de un poeta.
en mi boca
en la otra
palabras que gritan
se convierten en roca
pisotean
destruyen
y el eco las magnifica
poderoso.
Yo las convierto
gozoso
en un murmullo
huyendo
hacia otros mundos
otros caminos.
Laberintos intrincados
donde me pierdo
y puedo ser
volcán que arde
mar que se agita
fiera o tranquila
en flor o marchita.
Mi cara está mojada
pero no lloro, no,
no son lágrimas
es la lluvia que la acaricia.
Mi alma cabalga
al compás del viento
y a galope tendido
cruza el firmamento.
Y mientras vuelo
como ave en el cielo
por entre mis sueños
oigo desde arriba
apagado y lento
un portazo violento.
Mis ojos se clavan
en el azul del infinito
y se deslizan
entre algodones blancos
de las nubes que pintan
muñecos de nieve.
Mis manos hilvanan
entre hilos invisibles
figuras que me hablan
y a mis oídos llega
su murmullo
convertido en sinfonía.
No sé si es una canción
o la gran imaginación
que compone una melodía
y va forjando el corazón
de un poeta.
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