martes, 12 de abril de 2011

Con motivo de la llegada de un amigo

Oh, amigo mío, el de las largas piernas,
El de las largas piernas de progreso.
¿Por qué a París tan azorado vienes?
¿Qué hay tras el Rhin de nuevo?
¿Ha sonado por fin en nuestra patria
De libertad el salvador acento?
Todo va a maravilla: en nuestra patria
Hay paz fecunda, bendición del cielo;
Y Alemania, con pie firme y seguro,
Con pacíficos medios,
En lo exterior y en lo interior su vida,
Poco a poco, con calma, va extendiendo.
Prósperos somos, sí; no la de Francia
Prosperidad superficial tenemos,
Donde la libertad va destrozando
El exterior progreso:
Su libertad el alemán no lleva
Sino de su alma en los profundos senos.
Ya acabóse la iglesia de Colonia;
De Hohenzollern al linaje excelso
Debemos tal merced; Halzbourgo un poco
Contribuyó a tal hecho,
Y un rey de Wittelsbach fue el encargado
De hacer pintar los vidrios con esmero.
Leyes, constitución y libertades,
Con palabra del Rey nos prometieron,
Y del Rey la palabra soberana
Joya es de tanto precio,
Cual de los Niebelungos el tesoro
Que del Rhin enterrado está en el lecho.
El libre Rhin, el Bruto de los ríos,
Que nadie ha de robarnos en su anhelo,
Los holandeses graves lo sostienen
Por las plantas sujeto,
Y los suizos pacíficos lo guardan
Por la altiva cabeza prisionero.
Dios también una flota nos regala;
De una armada alemana, ya hablaremos;
Y la sobra de vida de la patria
Ya sobre barcos nuestros
Se extenderá gallarda y altanera,
De corrección las casas suprimiendo.
Llegó la primavera; la flor brota,
Los gérmenes estallan ante el viento;
Respiremos pacíficos y libres,
De la naturaleza libre en medio;
Y como nuestros libros se prohíben
Antes de estar impresos,
Seguramente dejará bien pronto
La censura cruel de ser un hecho

sábado, 9 de abril de 2011

Perdon por ser quien soy (Alondra Batista)



Disculpa por no ser lo que quieres que sea. Así tan alta como una estrella, bella como una rosa, transparente como el agua pura. Perdona pero no puedo ser más de lo que soy.

Disculpa por no decir cosas linda, por no cantar como un ave, o por no cantar hermosas melodías a tu oído. Perdona pero no puedo ser más d
e lo que soy.

Disculpa si no puedes ver en mí esa musa que busca, si no encuentras en mis ojos un luminoso tesoro, o si cuando vez a mis ojos no encuentras el tesoro que busca. Perdona pero no puedo ser más de lo que soy.

Disculpa si no sientes en mi piel la suavidad de la seda, si no sientes en mis labios el calor que extingue tu frio, o si nunca has sentido que te toco con ternura. Perdona pero no puedo ser más de lo que soy.

Disculpa si no escucho tus lamentos, si ya a tus reglas no obedezco, o si para mí tus palabras son mudas. Perdona pero no puedo seguir siendo lo que tú quiere que sea.


lunes, 4 de abril de 2011

No te pares (Cherokee)

“No te pares al lado de mi tumba y solloces. No estoy ahí, no duermo. Soy un millar de vientos que soplan y sostienen las alas de los pájaros. Soy el destello del diamante sobre la nieve. Soy el reflejo de la luz sobre el grano maduro, soy la semilla y la lluvia benévola de otoño. Cuando despiertas en la quietud de la mañana, soy la mariposa que viene a tu ventana. Soy la suave brisa repentina que juega con tu pelo. Soy las estrellas que brillan en la noche. No te pares al lado de mi tumba y solloces. No estoy ahí, no he muerto." Para ti Querida Cecilia, estarás en nuestros corazones por siempre.

domingo, 3 de abril de 2011

La hoguera (Meira Delmar)



Esta es, amor, la rosa que me diste
el día en que los dioses nos hablaron.
Las palabras ardieron y callaron.
La rosa  a la ceniza se resiste.


Todavía las horas me reviste
de su fiel esplendor. Que no tocaron
su cuerpo las tormentas que asolaron
mi mundo y todo cuanto en él existe.


Si cruzas otra vez junto a mi vida
hallará tu mirada sorprendida
una hoguera de extraño poderío.


Será la rosa que morir no sabe,
y que al paso del tiempo ya no cabe
con su fulgor dentro del pecho mío.

La ausencia (Meira Delmar)




Se me perdió tu huella.
                            Un viento
huracanado y frío la borró del sendero,
dejándonos los pasos
sin rumbo alguno ahora,
sin saber hacia dónde
orientar el destino.

En torno de esta inmensa
soledad gira y gira
el desmedido anillo
del horizonte en vano.

Me llaman los caminos
pero no los encuentro:
tu voz, mi rosa náutica,
mi rosa de los vientos,
se me apagó en la noche.


Instante (Meira Delmar)


Ven mirar conmigo

el final de la lluvia.
Caen las últimas gotas como
diamantes desprendidos
de la corona del invierno,
y nuevamente queda
desnudo el aire.


Pronto un rayo de sol
encenderá los verdes
del patio,
y saltarán al césped
una vez más los pájaros.


Ven conmigo y fijemos el instante
-mariposa de vidrio-
en esta página.

Huésped sin sombra (Meira Delmar)

Nada deja mi paso por la tierra.
En el momento del callado viaje
he de llevar lo que al nacer me traje:
el rostro en paz y el corazón en guerra.

Ninguna voz repetirá la mía
de nostálgico ardor y fiel asombro.
La voz estremecida con que nombro
el mar, la rosa, la melancolía.

No volverán mis ojos renacidos
de la noche a la vida siempre ilesa,
a beber como un vino la belleza
de los mágicos cielos encendidos.

Esta sangre sedienta de hermosura
por otras venas no será cobrada.
No habrá manos que tomen, de pasada,
la viva antorcha que en mis manos dura.

Ni frente que mi sueño mutilado
recoja y cumpla victoriosamente.
Conjuga mi existir tiempo presente
sin futuro después de su pasado.

Término de mí misma, me rodeo
con el anillo cegador del canto.
Vana marea de pasión y llanto
en mí naufraga cuanto miro y creo.

A nadie doy mi soledad. Conmigo
vuelve a la orilla del pavor, ignota.
Mido en silencio la final derrota.
Tiemblo del día. Pero no lo digo. 

Este amor (Meira Delmar)

Como ir casi juntos
pero no juntos,
como
caminar paso a paso
y entre los dos un muro
de cristal,
como el viento
del Sur que si se nombra
¡Viento del Sur! parece
que se va con su nombre,
este amor.

Como el río que une
con sus manos de agua
las orillas que aparta,
como el tiempo también,
como la vida,
que nos huyen viviéndonos,
dejándonos
cada vez menos nuestros
y más suyos,
este amor.

Como decir mañana
y estar pensando nunca,
como saber que vamos
hacia ninguna parte
y sin embargo nada
podría detenernos,
como la mansedumbre
del mar, que es el anverso
de ocultas tempestades,
este amor.

Este
desesperado amor.

El recuerdo (Meira Delmar)



Este día con aire de paloma
será después recuerdo.


Me llenaré de él
como de vino un ánfora,
para beberlo a sorbos cuando quiera
recuperar su aroma.


Antes que vuele hacia el ocaso, antes
de ver cómo se pierde entre la noche.

sábado, 2 de abril de 2011

El milagro (Meira Delmar)



Pienso en ti.

La tarde,
no es una tarde más;
es el recuerdo
de aquella otra, azul,
en que se hizo
el amor en nosotros
como un día
la luz en las tinieblas.


Y fue entonces más clara
la estrella, el perfume
del jazmín más cercano,
menos
punzantes las espinas,


Ahora, 
al evocarla creo
haber sido testigo
de un milagro.

El llamado (Meira Delmar)



Tú estarás lejos.

Yo dejaré la vida
como un ramo de rosas
que se abandona para
proseguir el camino,
y emprenderé la muerte.


Detrás de mí, siguiéndome,
irán todas las cosas
amadas, el silencio
que nos uniera, el arduo
amor que nunca pudo
vencer el tiempo, el roce
de tus manos, las tardes
junto al mar, tus palabras.


Si donde estés tú oyes
que alguna voz te nombra,
seré yo que en el viaje
te recuerdo.

El escudo (Meira Delmar)




Cuánto te quise, amor, cuánto te quiero,
más allá de la vida y de la muerte.
Y aunque ya nunca más he de tenerte,
eres de cuanto es mío lo primero.


Más que el sol del estío, verdadero,
tu recuerdo mitiga, por mi suerte,
la sombra que me ciñe, y se convierte
en la luz que ilumina mi sendero.


Nada ni nadie desterrar haría
de mi frente aquel tiempo jubiloso
en que eterna la dicha parecía.


Contra el olvido y su tenaz acoso
defenderá por siempre y a porfía
su condición de escudo milagroso.


Desvelo(Meira Delmar)


A la hora del alba cuando el sueño

me abandona,
recorro los momentos
de nuestro amor, en busca
de los rostros de entonces,
los sueños, las palabras.

Todo en vano.

Nos fue borrando el tiempo,
sus implacables manos,
deshaciendo los cuerpos para sólo
dejarnos, viva llama, que no cesa
de arder en el vacío.

Deshora (Meira Delmar)




Cuando llegué te habías
ido del brazo de otro amor.


Y no quise decirte: «Vuelve,
perdóname esta vez,
se me hizo tarde,
fue un pequeño descuido
de la vida, una leve
distracción del destino».


Aquel silencio que selló mis labios
me hiere todavía el corazón.

Dejo este amor aquí...(Meira Delmar)


Dejo este amor aquí
para que el viento
lo deshaga y lo lleve
a caminar la tierra.

No quiero
su daga sobre mi pecho,
ni su lenta
ceñidura de espinas en la frente
de mis sueños.

Que lo mire mis ojos
vuelto nube,
aire de abril,
sombra de golondrina
en los espejos frágiles
del mar...
Trémula lluvia
repetida sin fin sobre los árboles.

Tal vez un día, tú
que no supiste
retener en las manos
su júbilo perfecto,
conocerás su rostro en un perfume,
o en la súbita muerte de una rosa.

De paso (Meira Delmar)



No es el tiempo
el que pasa.
                     Eres tú
que te alejas
                     apresuradamente
hacia la sombra,
y vas dejando caer,
como el que se despoja
de sus bienes,
todo aquello que amaste,
las horas
que te hicieron la dicha,
amigos
en quienes hubo un día
refugio tu tristeza,
sueños
inacabados.
Al final, casi
vacías las manos,
te preguntas
en qué momento
se te fue la vida,
se te sigue yendo,
como u hilo de agua 

entre los dedos. 

Carta de Roma (Meira Delmar)



Te escribo, amor, desde la primavera.

Crucé la mar para poder decirte
que, bajo el cielo de la tarde, Roma
tiene otro cielo de golondrinas,
y entre los dos un ángel de oro pasa
danzando.


La cascada de piedra que desciende
por Trinitá dei Monti hasta la plaza,
se detuvo de pronto y ahora suben
azaleas rosadas por su cuerpo.


Los árboles repiten siete veces
la música del viento en las colinas,
y el húmedo llamado de las fuentes
guía mis pasos.


Más bella que en el aire
una rota columna hallé en el césped,
caída en el abrazo de una rosa.


Cuando fluye la luz,
cuando se para
el tiempo,
asomada a los puentes Roma busca
su imagen sobre el Tevere,
y en vez del nombre suyo ve que tiembla
tu nombre, amor, en el rodante espejo.

Canción lejana (Meira Delmar)




Y yo también como la tarde 
toda me tornaré dichosa 
para quererte y esperarte. 
Iluminada de tus ojos 
vendrá la luna, 
vendrá la luna por el aire.


Tú me querrás inmensamente. 
Mi corazón será infinito 
para la angustia de tu frente. 
Yo te daré los sueños míos: 
amor, dolor, sencillamente. 
Después será la enamorada sonrisa, 
el beso, la memoria llena de ti, maravillada. 
Y el gozo azul de estar contigo 
fuera del tiempo, sin palabras. 
De golondrina en golondrina 
nos llegará la primavera 
de la mirada pensativa. 
Y un mismo cauce de dulzura 
tendrán las rosas y los días. 
Yo te daré los sueños míos: 
amor, dolor, sencillamente.

Breve (Meira Delmar)



Llegas cuando menos
te recuerdo, cuando
más lejano pareces
de mi vida.
Inesperado como
esas tormentas que se inventa
el viento
un día inmensamente azul.


Luego la lluvia
         arrastra sus despojos
y me borra tus huellas.



Ausencia de la rosa (Meira Delmar)




Detenida
en el río translúcido
del viento,
por otro nombre, amor,
la llamaría
el corazón.


Nada queda en el sitio
de su perfume. Nadie
puede creer, creería,
que aquí estuvo la rosa
en otro tiempo.


Sólo yo sé que si la mano
deslizo por el aire, todavía
me hieren sus espinas.

Allá (Meira Delmar)



Si acaso al otro lado de la vida
otra vez, por azar, nos encontramos,
¿se reconocerán nuestras miradas
o seremos tan sólo un par de extraños?



De todos modos te amaré lo mismo.
Juntos. O separados.

Alguien pasa (Meira Delmar)


Alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.
Y yo guardo silencio.
Las palabras no acuden
en mi ayuda, se esconden
en el fondo del pecho, 

por no subir vestidas
de luto hasta mi boca,
y derramarse luego
en un río de lágrimas.

No sé si tú recuerdas
los días aún tempranos
en que ibas como un ángel
por el jardín, y dabas
a los lirios y rosas
su regalo de agua,
y las hojas marchitas
recogías en esa
tu manera tan suave
de tratar a las plantas
y a los que se acercaban
a tu amistad perfecta.

Yo sí recuerdo, madre,
tu oficio de ser tierna
y fina como el aire.

Una tarde un poeta
recibió de tus manos
un jazmín que cortaste
para él. Con asombro
te miró largamente
y se llevó a los labios,
reverente, la flor.

Se me quedó en la frente
aquel momento, digo
la frente cuando debo
decir el corazón.

Y se me va llenando
de nostalgia la vida,
como un vaso colmado
de un lento vino pálido,
si alguien pasa y pregunta
por los jazmines, madre.

jueves, 24 de marzo de 2011

Huésped sin sombra (Meira Delmar)


Nada deja mi paso por la tierra. 
En el momento del callado viaje 
he de llevar lo que al nacer me traje: 
el rostro en paz y el corazón en guerra. 

Ninguna voz repetirá la mía 
de nostálgico ardor y fiel asombro. 
La voz estremecida con que nombro 
el mar, la rosa, la melancolía. 

No volverán mis ojos renacidos 
de la noche a la vida siempre ilesa, 
a beber como un vino la belleza 
de los mágicos cielos encendidos. 

Esta sangre sedienta de hermosura 
por otras venas no será cobrada. 
No habrá manos que tomen, de pasada, 
la viva antorcha que en mis manos dura. 

Ni frente que mi sueño mutilado 
recoja y cumpla victoriosamente. 
Conjuga mi existir tiempo presente 
sin futuro después de su pasado. 

Término de mí misma, me rodeo 
con el anillo cegador del canto. 
Vana marea de pasión y llanto 
en mí naufraga cuanto miro y creo. 

A nadie doy mi soledad. Conmigo 
vuelve a la orilla del pavor, ignota. 
Mido en silencio la final derrota. 
Tiemblo del día. Pero no lo digo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

A LOS PESCADORES DE RETA (Gabriel Impaglione)


Fue tarde entonces cuando estrené los brazos.
Cuando recibí barba y bandera
las orillas estiraban
su soliloquio entre los pájaros
y no había sino huecos espumosos
en el lugar donde se multiplicaron las barcazas.
Quién sabe dónde las redes,
en qué graves mareas se hundieron los oficios.
Llegaban cegando la luz horizontal
del crepúsculo
cargados de plata refulgente,
agotados y sonrientes bajo sus sombreros.
Victoriosos burladores de arcanos marinos
llegaban a la costa montando las rompientes,
blandiendo sus puños mordidos por las cuerdas.
Allí latían revelaciones de ultramar,
se narraba la gran ciudad del agua y el salitre,
comenzaba la contabilidad pieza por pieza
de mano en mano, centavo a centavo.
Se le cantaba al cardumen como al sol o al aire.
Llegué tarde al vértigo del oleaje,
al perfume exacto de la rosa de los vientos.
Allí, de pie, en otro siglo de huellas descalzas
tan sólo un roído barco hundido en la arena
y lejos la estela de los pesqueros invisibles
sobre cuya ruta aún trazan su círculo las gaviotas.
De vez en cuando un viejo pescador emerge
vestido de algas, de peces de relámpago,
y desata los nudos marineros de los vientos
mientras un niño, calladamente alegre
rompe el límite del agua con la risa. 

YO SÉ UN DÍA DE PANES (Gabriel Impaglione)


donde todos los colores 
donde todas las guitarras 
donde la vida toda. 

Yo sé un día de panes 
cuando todos los colores 
cuando todas las guitarras 
cuando la vida toda. 

Poética (Gabriel Impaglione)


Abrir los pasadizos secretos
de las horas deshojadas,
a tientas intentarlos,
ocupando las manos,
la terca voluntad de taladro,
la inconsciencia empuñando
el oficio de topo abecedario.
En el final de cada túnel
a veces, la poesía. 

HE VISTO AYER, TAL VEZ DE MAÑANA (Gabriel Impaglione)


He visto ayer, tal vez de mañana,
cerca de una hora precisa de pan caliente
todavía, al hombre que pasaba
con sus hijos en la boca.
Rodaba en su bicicleta sobre un hilo
de regreso urgente.
O volvía a llevar la misma mirada de imposibles rota.
A dejarla en la cocina como una medalla,
un trofeo astillado, un punto de partida.
Cargaba una bolsa redonda, hinchada
de almuerzo y las manos en los brazos
y los brazos en los hombros
y los hombros rematando la ancha espalda
transpirada.
Ay mi amor el hombre que estrenaba
el brillo en los ojos, el aire en los pulmones,
la honda y poderosa esperanza.
¡Lo hubieras visto!
¡No vi guitarra tan llena de auroras!
Caminaba sobre el viento
con breves pasos circulares
y silbaba.
Iba detrás del abrazo, del buen día,
como si lo arrastrara el alma.
Y a sus espaldas flameaba una pared,
un torno, un crisol, una espiga!
Habrá sido un martes de espadas,
o aquel jueves que los diarios callaron,
pero lo vi deambular por el residuo
y me preguntó la hora.
No hay apuro, me dijo y fumamos,
la basura no tiene memoria.
Me llevé su mirada de
granito y cartón,
su rostro desatando los abismos,
y en ese espejo me conté los años.
Ay mi amor, si supieras tanta palabra
inútil que ronda en los periódicos!
Hoy es lunes de mirar distinto.
Silbaba y en su camisa el viento fresco
era remolino de mesa servida,
un come despacio con sol afuera,
fiesta del pan que me ha llenado el alma.

Argentina, 1976 (Gabriel Impaglione)


He visto los hombres trepar a la sombra
tensando los arneses aún dormidos
y marchar unidos en el esfuerzo bestial
hasta montar el sol sobre la tierra.

Entonces salían de todas partes los niños y las madres
y luego los mercados llenaban las veredas
de silbos y manzanas.

¡La alegría de las gestas domésticas
coronadas por la dignidad del almuerzo!

He visto largas caravanas de obreros en el alba
marchar hacia el metal de la sirena.
Ágiles bicicletas con la vianda,
la radio colgando del manubrio.

Hasta que el estrépito de ráfaga
de cañón maldito
de horrorosa muerte
abrió un boquete en cada casa y entró la niebla negra.

Todo se retorció como un pez en la arena,
hasta ser tragado por el miedo.

Desapareció la
fábrica.
También el hombre.
Y los hijos, y los mercados con silbo, y las radios
que no fueron sino un espejo del infierno roto a veces.
La universidad de Luján fue clausurada.
Encadenaron la luz en los sangrientos sótanos,
persiguieron los brotes del canto asesinado.

El abrazo fue un código secreto
la patria un dolor ahogado bajo la tortura.
Y el sol deseo apenas musitado 
entre los nombres de los
que ya no estaban.

DESANDAR EL DESÁNIMO (Gabriel Impaglione)


Desanimar el desánimo
deshilacharlo
que se desdibuje
grotescamente
y se destierre
y se deseternice
y su deshielo nos descubra
llenos de desimposibles.

A LA ESPIRAL DEL RUMBO LOS SENTIDOS (Gabriel Impaglione)


Como abejas laboriosas 
y una hora de luz 
que viene con su inmensa cuchara azucarada. 

La altura desprende espejos sobre la montaña 
mientras crece en los cipreses 
el murmullo del viento 
escurriéndose hacia los confines de la hora. 

Ay Sardegna, isla dura y antigua, 
cuatro veces nacida de sol azul, 
de secretos embates milenarios, 
de melancólico horizonte cargado de navíos. 

En la vid y el olivo la virtud latente, 
la vigilia en la cima de la núraga, 
plegarias de sol en un sendero de cabras, 
leña ardiendo en el centro del invierno. 

He reconocido la esencia del abrazo, 
los caprichos de su arquitectura. 
Su rito de máscaras en el frío carnaval 
de las llameantes risas con campanas. 

Voy por sus detalles como un niño. 
Todo ante mí inaugura su misterio. 
Ahora y ahora encuentro en los instantes 
el amor prendido como un canto. 

PREGUNTO: ¿DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS? (Gabriel Impaglione)


He visto las mismas bombas que astillaron Bagdad 
como una antigua magnífica cerámica 
caer con su bramido de roja singladura 
sobre Beirut. 
¿Es verdad que el miedo se espesa 
hasta hacer coraza de la piel ardida? 

¿Cuánta muerte, Andrés, amigo mío, 
significa Israel partida por la rabia? 
¿Se puede medir la gravedad del miedo, 
la profundidad de la sangre? 
¿Cómo se dice: ¡Basta! para que se entienda? 

¡Cuántos muertos sin muerte en los refugios 
donde también se apilan desmemorias! 

¿Es verdad que en Beirut las calles 
conducen sólo a una gran tumba abierta? 

¿Dónde están los niños? 
¿Han sobrevivido las muchachas que resplandecían 
detrás de los inmensos ojos negros? 
¿Va de cadáver en cadáver la poesía 
que abrió las ventanas del Líbano 
a paisajes de andamios y de pájaros? 

¿Dónde esta los niños? 
¡Dónde! 
¡Dónde están los niños! 

Generales, mercaderes de armas, traficantes 
de banderas, secuaces del imperio: 
¡dónde están los niños! 

Si es verdad que las heridas 
lloran gotas de respuestas rotas, el aire 
es espada que destroza la mano que la empuña. 

¿Porqué Joumana los verdugos 
cuando todo pedía por el canto? 

¡Dónde están los niños! 
¿Junto a los huesos de sus padres en las cárceles 
y los centros de tortura? 
¿Bajo la lluvia de plomo a mansalva? 
¿En las orillas de las ciudades sitiadas por el odio? 

Las mismas bombas que una vez y otra 
se repiten imbéciles, ciegamente imbéciles 
sobre plazas, mercados, aulas y cocinas, 
sobre los niños del Líbano y Palestina,

sobre todas las conciencias 
también caen ahora sobre mi casa. 

Juntemonos (Anónimo)


Aquí viene con su gorra vieja.
Estancado en la rutina.
Con su ojo desorbitado.
Es un santurrón.
El cabello le llega hasta las rodillas.
Tiene que ser un bromista, solo hace lo que le place.
No se lustra los zapatos.
Tiene los pies amoratados,
Tiene dedo de mono.
Maldice a coca cola.
El dice…
“te conozco, y tú… té me conoces a mí”.
Una cosa puedo decirte.
Y es que tienes que ser libre.
Juntémonos.
Ahora mismo.
junto a mí.
Recoge cosas de la calle.
Tiene botas de goma de morsa.
Todo lo lleva consigo.
Tiene el espinazo roto.
Los pies pegados a las rodillas.
Juntémonos
Ahora mismo
junto a mí.
Es una montaña rusa
Recibió un primer aviso
Le dieron agua turbia
Es un filtro de narcóticos
Dice “uno y uno y uno son tres”
Tiene que ser guapo porque es tan caro de ver
Juntémonos
Ahora mismo
Sobre mí

lunes, 21 de marzo de 2011

Mujer (Gabriel Impaglione)


Esencia original del pan y la alegría.
Ramo de luz que viene
por el hijo de la sombra,
le otorga palabra y fundamento,
confiere verdadera estatura de hombre
y con un soplo apenas,
brisa de claridad, avenida
de invisibles mariposas,
extiende el sendero del amor en la tierra.

Multiplicadora de nombres y geranios,
sabores, fusiles y banderas
(que es mujer la Patria
y Mujer la dignidad y la rosa.)

Establece primaveras con la boca
y gobierna los ciclos y las cosas.
Núcleo celeste
corazón del tiempo
fortaleza de la ternura.
En sus mareas el sol y la luna
son peces de plata que convocan
los oficios del hombre y de los sueños.

¡Ay cántaro del día!
Puñado de agua, llama
en el silencio de las horas huecas.
Mitad que me desmuere.
Honda plenitud de la maravilla.

domingo, 20 de marzo de 2011

La Calavera (José Asunción Silva)


En el derruido muro
de la huerta del convento,
en un agujero oscuro
donde, al pasar, silba el viento,

y, como una dolorida
queja a las piedras arranca,
hay, en el fondo, escondida
una calavera blanca.

De algún fraile soñador
de vida ejemplar y bella
y dedicada al Señor,
en el mundo única huella.

Abre los ojos, sin fondo,
como a visiones extrañas,
y del vacío en lo hondo
forjan telas las arañas.

Húmedo musgo grisoso
recubre la antigua grieta,
donde, en supremo reposo,
descansa ignorada y quieta.

Pero hasta aquella escondida
mansión la brisa ligera
lleva murmullos de vida
y olores de primavera.

Golondrinas, que en sus marchas
dejaron el patrio río,
huyendo de las escarchas,
de las brumas y del frío,

cuando la luz del Poniente
filtra por el hondo hueco
y hace parecer viviente
el cráneo rígido y seco,

desde las negras ruïnas,
alzan sosegado vuelo, 
en sus vueltas peregrinas
tocan las ramas y el suelo,

como buscando en el prado,
ya por la tarde, sombrío,
el espíritu elevado
que habitó el cráneo vacío.

sábado, 19 de marzo de 2011

Apartado (Manuel García Morente)

El esfuerzo sistemático por develar el eterno enigma que hostiga sin cesar la insaciable curiosidad del hombre, constituye la filosofía. Ella no se refiere a cuestiones ajenas a la vida y ante cuya solución, en uno u otro sentido, el hombre pueda permanecer indiferente. Es la vida misma, con sus angustias y sus esperanzas, q aparece comprometida en la pregunta y arriesgada en la respuesta. Porque los problemas últimos y totales no se limitan a arañar la epidermis: arrastran a nuestro ser y lo penetran íntimamente. De su solución, claramente determinada o apenas entrevista, depende el curso ulterior de nuestra existencia, su felicidad o su desdicha.

No es extraño q el carácter peculiar de la filosofía se refleje sobre sus enseñanza y suscite dificultades casi insuperables. Enseñar filosofía no consiste en informar o ilustrar al discípulo acerca de pormenores que fatigan su memoria, sino suscitar en su anónimo el nacimiento de los problemas y despertar la necesidad de encontrarles perentoria respuesta; hacer q el enigma hunda su aguijón en la carne del neófito y que éste se sienta arrastrado por la incógnita experimentada como angustia propia. Por eso, iniciarse en filosofía no es asimilar un saber logrado, sino lanzarse, por propia cuenta y riesgo, a filosofar (a reflexionar sobre...)

viernes, 18 de marzo de 2011

A los hombres futuros (Bertolt Brecht)

Vosotros, que surgiréis del marasmo en el que nosotros nos hemos hundido, cuando habléis de vuestras debilidades, pensad también en los tiempos sombríos de los que os habéis escapado. Cambiábamos de país como de zapatos a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella. Y sin embargo, sabíamos que también el odio contra la bajeza desfigura la cara. También la ira contra la injusticia pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros, que queríamos preparar el camino para la amabilidad no pudimos ser amables. Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre, pensad en nosotros con indulgencia.

domingo, 13 de marzo de 2011

LENTO, AMARGO ANIMAL (JAIME SABINES)


Lento, amargo animal
Que soy, que he sido,
Amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
Que en la primera generación del hombre pedía a Dios.
Amargo como esos minerales amargos
Que en las noches de exacta soledad
-Maldita y arruinada soledad
Sin uno mismo-
Trepan a la garganta
Y, costras de silencio,
Asfixian, matan, resucitan.
Amargo como esa voz amarga
Prenatal, presubstancial, que dijo
Nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
Que murió nuestra muerte,
Y que en todo momento descubrimos.
Amargo desde dentro,
Desde lo que no soy,
-Mi piel como mi lengua-
Desde el primer viviente,
Anuncio y profecía.
Lento desde hace siglos,
Remoto -nada hay detrás-,
Lejano, lejos, desconocido.
Lento, amargo animal
Que soy, que he sido.