lunes, 10 de octubre de 2011

NINGÚN LUGAR ESTÁ AQUÍ O ESTÁ AHÍ - OSCAR HAHN

Ningún lugar está aquí o está ahí
Todo lugar es proyectado desde adentro
Todo lugar es superpuesto en el espacio

Ahora estoy echando un lugar para afuera
estoy tratando de ponerlo encima de ahí
encima del espacio donde no estás
a ver si de tanto hacer fuerza si de tanto hacer fuerza
te apareces ahí sonriente otra vez

Aparécete ahí aparécete sin miedo
y desde afuera avanza hacia aquí
y haz harta fuerza harta fuerza
a ver si yo me aparezco otra vez si aparezco otra vez
si reaparecemos los dos tomados de la mano
en el espacio
donde coinciden
todos nuestros lugares.

LA DOLIENTE QUIMERA - PEDRO SHIMOSE


Vuelvo el rostro y veo
la dimensión del odio.
No he venido a decirte
que todo es tarde en mí.
He vuelto a tu crueldad,
a sucumbir junto a la
piedra.

Veo mis ruinas en tus ojos
hermosos todavía.
Veo tus manos
todavía perfectas
y emerjo
de las brumas violentas
del pasado
cada vez más
solo.

Vuelvo a contemplarme y todo es triste.
Todo:
mi soledad:
mi fuerza:
la montaña.

Te miro
en la mentira de mis sueños
y te arrojo a mis
abismos.
Si me llego a encontrar con aquel
que huye de mí
volveré a tu ternura
y empezaré a decir
lo que nunca
hubiera dicho.

HE AQUÍ EL AMOR - JORGE EDUARDO EIELSON


He aquí el amor.
Repito:
He aquí el amor.

Pero mejor hablaremos de esta puerta.
Una puerta es una puerta a la que yo golpeo día y noche,
a la que yo golpeo día y noche,
a la que yo golpeo día y noche.
Y aunque nadie responda,
y aunque nadie responda,
y aunque nadie responda,
el aire es el aire de todos los días,
las plantas son verdes como siempre,
y el mismo cielo esférico me envuelve
lunes, martes, miércoles,jueves, viernes, sábado y domingo.
¿Pero, qué puedo yo decir del amor?
¿Qué puedo yo decir del amor?
¿Qué puedo yo decir del amor?
En cambio, esta puerta es indudable;
por ella entro y salgo día y noche
hacia los verdes campos que me esperan,
hacia el mismo cielo esférico y perenne.

¿Pero qué puedo yo decir del amor?
¿Qué puedo yo decir del amor?
¿qué puedo yo decir del amor?
Mejor sigo hablando de esta puerta.

NO TE DETENGAS - WALT WHITMAN


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

ESENCIA DOLIDA - MICHAEL STRUNGE

Te amo cuando me despiertas
con un coño que brilla en la oscuridad
y tamiza de etéreo sol.
Tu pelo crujiente
gira sutil hacia el ombligo
la noche es pálida como una sábana
y jala mi vientre casi hasta sangrar.
Tus nalgas son ardientes mejillas de ángeles
y brillan más que la luna
brillan en tus manos
y llevan sangre a mi cuerpo.
Tus alas se disimulan bien,
se extienden con sol y besos
y cubren como suspendidas en vaporosa noche
Nadie puede silenciar tu boca
todos desean flamear en tus ojos así ahora
y extasiarse del Oro en rostro humano.
Esencia dolida
extiende tu cálido cuerpo sobre el mío
y deja que tus labios y tus alas
rieguen con besos mi piel.
Te amo cuando casi me violas
y rendimos nuestra vida a tu furioso coño.
Mas yo dependo, alucinado, de tu clítoris,
un tierno, enérgico navegador en mar de estrellas
y yo sé que puedo reposar en tu seno
plácido y sangrante
entonces me pregunto dónde terminará esta noche
en qué costa bajaré a tierra
abrazándome a esas hierbas salvajes
mientras nos tendemos como una anhelante estrella marina
en la futura cosecha de la semilla, sudor y sol.

A LA PUTA QUE SE LLEVÓ MIS POEMAS - CHARLES BUKOWSKI


Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡POR DIOS!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!
¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero?
Usualmente lo sacan de los dormitorios y de los pantalones borrachos y enfermos en el rincón.
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de 50,
pero no mis poemas.
No soy Shakespeare
pero puede ser que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros.
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios, cruzándose de piernas:
veo que he creado muchos poetas pero no mucha poesía.

ME SIENTO EXTRAÑO - LEOPOLDO DE LUIS

Somos una costumbre, un gesto, un modo,
una manera de mirar, acaso.
Pequeños movimientos nos distinguen,
leves fórmulas marcan signos, rasgos
que se hacen peculiares nos conducen
por rutas diferentes a escenarios
de vida en que los viejos papeles suenan como
otro cuento distinto y necesario.

Me doy cuenta que estoy hecho de mínimos
materiales de vida moldeados
por antiguas liturgias, ritos graves,
ceremoniales de confusos hábitos
que me hacen lo que soy y ponen
su irremediable marca en mi costado.

Soy un pequeño mundo con sus normas,
sus leyes, sus funciones, sus mandatos,
su inevitable proceder, su modo
de respirar. No doy un sólo paso
que no proceda de una antigua historia
y que no esté a un sistema acomodado.

¿Será la forma de partir el pan,
como Emmaús? ¿Será como alzo el vaso
para el agua que bebo? Breves signos
caracterizan mi talante humano
y me hacen tan reducto de costumbre
y soledad, que ahora me siento extraño.

Y sin embargo sé que soy lo mismo,
que algo nos une irremediablemente,
que un recorrido igual está esperándonos
y una misma materia nos sostiene.

Hay una misma sangre, un mismo río
de vida golpeando en nuestras sienes
y una misma esperanza que se hace angustia
en la garganta y en el pecho siempre.

En los espejos cruzan de los ojos,
árboles, lagos, tierras diferentes,
pero una sola flor los unifica:
es la roja azucena de la muerte.

CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA - PORFIRIO BARBA JACOB


Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
—¡niñez en el crepúsculo!, ¡lagunas de zafir!—
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal:
la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noche lúgubres el llanto del pintar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables.
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!

MI FÍSICO - MARILINA REBORA

No he sido nunca linda? Tal vez quise ser alta?
y la piel de mis hombros se acentúa morena
(al decir ésto, claro, una verdad resalta:
que tampoco mi espalda ha de ser de azucena).


No tuve grandes ojos, y ahora aún me falta
el gracioso caer de ondulada melena;
tampoco es mío el rosa que reanima y esmalta
las mejillas y labios, con tono de verbena.
Se dice que subyuga por lo manso mi acento
¿Puede que a fuer de cauto alcance a ser ternura?,
un eco susurrante del jardín bajo el viento,
pero quien describiese con justeza mi traza
verá cómo responde toda la arquitectura
al tobillo delgado de la mujer de raza.

TENGO MIEDO - ELÍAS NANDINO

Tengo miedo de ti,
de mí,
del mundo, del aire,
del amor, de la sombra.
Tengo miedo de todo.
¡Tengo miedo del miedo!
Tengo miedo a caer
sin nombre,
sin memoria y sin cuerpo,
en la eternidad
del olvido y del silencio.
¿Para qué soy
si para siempre dejaré de serlo?

EL CASTIGO DEL POETA - FRANCISCO NÁJERA

Empezar de nuevo y siempre empezar
sin final que lo espere
repetir las palabras repetidas
aumentar incesante los sonidos
olvidando
que lo dicho ya se ha dicho
y lo callado es el silencio
y repetir de nuevo
buscando soles e inventando estrellas
diciendo
ésta es la palabra y este su silencio
y lo que queda es la memoria y lo que triunfa
es el olvido
y repetir repetir
sabiendo que lo dicho ya se ha dicho
y lo callado es el silencio
fatigado adolorido
atrapado en la jaula que lo encierra
jaula de sonidos
prisión de palabras
angustiosas inútiles pueriles
palabras repetidas
empezar una vez más

ESCRIBIR TIENE ESPÍRITU DE NADA - ORLANDO GONZÁLEZ ESTEVA

Escribir tiene espíritu de nada.
Hay que revolotear en el abismo
y cortarse las alas que uno mismo
tiende sobre su sombra alucinada.

Y caer desde nunca, desde cada
vértice en el perfecto mecanismo
del azar que celebra en su mutismo
la creación, esa fábula encarnada.
Y yacer en las márgenes del sueño
donde la realidad es un pequeño
pez que burla las redes de la aurora
y revuelve las aguas del pasado
donde Dios se contempla ensimismado
y padece la luz que nos devora.

DESPEDIDA - LUIS ZALAMEA

Yo me voy porque en los "subways" no crecen los bejucos;
porque ya no huele el aire prisionero de las calles
a azafrán, ni a tomillo, ni a hembra en primavera.
Me voy porque a los parques les pusieron mordazas.
Me voy porque aquí ya no se puede reír a carcajadas;
porque los crepúsculos se compran enlatados;
porque agonizaron, inermes, los últimos rebeldes.
Me voy porque hasta los besos se encuentran censurados.
Me voy porque ya ordenaron investigar a la alegría;
porque a los niños les raptaron sus hadas;
porque a los libros los encerraron en la cárcel.
Me voy porque a la muerte la están vendiendo en cápsulas.
Me voy porque a las mujeres les rondaron el sexo;
porque al alcohol le editaron sus sueños;
porque en lugar de saúcos se cultivan barrotes.
Porque soltaron, todos, los diques del pavor.
Me voy porque en las calles tan sólo ríe el miedo.

LO QUE DICES DE MÍ - JESÚS AGUADO


Lo que dices de mí
me posee a horcajadas detrás de unos arbustos.
Lo que dices de mí
me aprieta la cintura en medio del océano.
Lo que dices de mí
me araña de los muslos a la nuca
mientras un elefante nos transporta en la selva.
Lo que dices de mí
me tira de los pelos en un piso catorce.
Lo que dices de mí
me saliva la oreja en un vagón.
Lo que dices de mí
me embadurna de aceites aromáticos
dentro de un telescopio enfocado a Saturno.
Lo que dices de mí
mordisquea mi sexo en la estela de un barco.
Lo que dices de mí
jadea en una mesa de un albergue.
Lo que dices de mí
se bebe mi sudor en la calle más céntrica
(en el escaparate de una agencia de viajes).
Lo que dices de mí
tapona con su lengua mi ombligo en una tundra.
Lo que dices de mí
se toca los pezones más allá del espejo.
Lo que dices de mí
dilata su vagina en el arcén
de una autopista en obras.
Lo que dices de mí
grita en un diccionario abierto por la «p».
Lo que dices de mí
se arquea hasta romperse en una alcantarilla.
Lo que dices de mí
me eriza en una lámpara.
Lo que dices de mí
me da masajes rápidos y suaves
en la fuente de un río.
Lo que dices de mí
te besa las axilas en el filo de un hacha.
Lo que dices de mí
acaricia tu pubis en una enredadera.
Lo que dices de mí
desoculta tu clítoris en un alto trapecio.
Lo que dices de mí
me gira y me retuerce en un vaso de vino.
Lo que dices de mí
me amorata en un puerto
asolado después de un maremoto.
Lo que dices de mí
olfatea mi semen dentro de un espejismo.
Lo que dices de mí
se pellizca la piel en un frutero.
Lo que dices de mí
pone un índice mío detrás y otro delante
en un viejo astrolabio.
Lo que dices de mí
pierde el conocimiento en un poema

VERGÜENZA - MAHFUD MASSÍS


Vergüenza de vivir.
Ser un pólipo
en esta oceanía de sangre, abandonado ya, sin armazón,
cuando sólo quisiera celebrar la pascua
del asesino,
porque no existe más salvación que la trémula ira,
ni más alfombra que el cadalso, ni otro hoyo que el mar.
No hay más gallo que este muerto que canta al lado mío.
¡Oh, qué modo de vivir
tocando a cada instante la cabeza de un niño podrido!

ME FALTA UNA PALABRA - ÁNGEL GONZÁLEZ


Me falta una palabra,
una palabra
sólo.
Un niño pide pan;
yo pido menos.
Una palabra dadme,
una sencilla
palabra que haga juego
con…
Qué torpes
mujeres sucias me interrumpen
con su lento
llorar…
Comprended: cualquiera de vosotros,
olvidada en sus bolsos,
en su cuerpo,
puede tener esa palabra.
Cruza más gente rota,
llegan miles
de muertos.
La necesito: ¿No veis
que sufro?
Casi la tenía ya y vino ese hombre
ceniciento.
Ahora…
¡Una vez más!
Así no puedo.

TU BOCA ES COMO... - OSCAR WILDE


"Tu boca es como
una cinta escarlata sobre una torre de marfil.
Como una granada cortada por un cuchillo de marfil.
Las granadas que florecen en los
jardines de Tiro y son más rojas que las rosas
no son tan rojas como tu boca. Tu boca
es más roja que los pies de los que
pisan el vino en los lagares. Es más roja
que los pies de las palomas que habitan
en los templos y son alimentadas por
los sacerdotes.
Tu boca es como una rama de coral
que han hallado unos pescadores
en el crepúsculo marítimo y que reservan
para los reyes. Tu boca es como el bermellón
que los moabitas encuentran en
las minas de Moab y que les es arrebatado
por los reyes. Tu boca es como
el arco del rey de los persas, pintado
de bermellón y con cuernos de coral.
Nada en el mundo es tan rojo como tu boca...
Déjame besar tu boca"

fragmento de Salomé (Traducción de Pere Gimferrer)

ESCÁNDALO PÚBLICO - MANUEL JOSÉ ARCE LEAL


Cuando una hormiga cae
ninguno se da cuenta.

Cuando yo estoy sufriendo hasta la médula
sólo yo lo averiguo.

Y se me antoja hoy-no sé por qué zodíaco-
que si sufro lo sepa todo el mundo.

Y que no es justo que padezca solo.

Y que alguna mujer debiera estar llorando
sobre mis metacarpios.
Al menos, ayudándome a llorar.

Me siento solidario con todo aquel que tiene
alguna torva pena, alguna neuralgia,
alguna madre agónica, alguna cárcel suya.

Y sólo pediría una brocha imponente
para llenar los muros de palabras soeces,
hasta que todos sepan
lo enfermamente triste
que un hombre puede estar de igual manera,
de igual simple manera
como caer una hormiga.

GEOMETRÍA DE LA MUJER - MARIANELA CORRIOLS


Soy mujer
Redonda como el Universo
Pirámide que desconoce sus secretos
Tringular en algunas partes
con hipotenusas perfectas
y calculables
por cualquiera de mis lados
Soy mujer
Cuadrada y terca cuando de vos se trata
Pentagonal cuando planeo
la más secreta de mis armas
Soy mujer-Lineal
la distancia más corta
entre tu todo y tu nada
Soy Mujer Punto
tal vez de tus referencias.

HERENCIA DEL FUEGO - ANDREA LUCA


Aprendo, desaprendo, me prendo
como la chispa sobre la paja.
Alumbro
y me extingo en la posibilidad de la vela.
Devoro y calcino
cuando el fuego es mi hambre,
también ilumino el íntimo rincón
de la alcoba. Soy llama
que a sí misma se nombra.
Llamada
y llamarada en un bosque bajo el trueno.
Soy rayo que ilumina y serpentea
con eléctrica convulsión en la noche
de la sangre. Y humo que se alzará
de mi sombra como un volcán durmiente
donde bailan las pavesas

OTRO - SANTIAGO AZAR


Otro, otro cigarrillo
para esta cruda noche de tumbas;
otro cigarrillo, para subir por el humo tembloroso.
La vida no tiene vuelta,
entre estas paredes que dijeron,
entre estos muebles que hablaron,
como tantos platos y su silencio.
La guitarra se me cae y cae,
y el mundial infierno reside en mi oscuridad.
El reloj me dice que no va el invierno y
que el olor a lágrima seca está conmigo.
Venga otro cigarrillo, otra copa,
pues quiero ir al río del olvido,
al caballo sudoroso de la derrota:
Ya me canso, ya me voy, ya me muero.

CIVILIZACIÓN - JAIME TORRES BODET


Un hombre muere en mí siempre que un hombre
muere en cualquier lugar, asesinado
por el miedo y la prisa de otros hombres.

Un hombre como yo; durante meses
en las entrañas de una madre oculto;
nacido, como yo,
entre esperanzas y entre lágrimas,
y -como yo- feliz de haber sufrido,
triste de haber gozado,
hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.

Un hombre que anheló ser más que un hombre
y que, de pronto, un día comprendió
el valor que tendría la existencia
si todos cuantos viven
fuesen, en realidad, hombres enhiestos,
capaces de legar sin amargura
lo que todos dejamosa los próximos hombres:
El amor, las mujeres, los crepúsculos,
la luna, el mar, el sol, las sementeras,
el frío de la piña rebanada
sobre el plato de laca de un otoño,
el alba de unos ojos,
el litoral de una sonrisa
y, en todo lo que viene y lo que pasa,
el ansia de encontrar
la dimensión de una verdad completa.

Un hombre muere en mí siempre que en Asia,
o en la margen de un río
de África o de América,
o en el jardín de una ciudad de Europa,
una bala de hombre mata a un hombre.

Y su muerte deshace
todo lo que pensé haber levantado
en mí sobre sillares permanentes:
La confianza en mis héroes,
mi afición a callar bajo los pinos,
el orgullo que tuve de ser hombre
al oír -en Platón- morir a Sócrates,
y hasta el sabor del agua, y hasta el claro
júbilo de saber que dos y dos son cuatro...

Porque de nuevo todo es puesto en duda,
todo se interroga de nuevo
y deja mil preguntas sin respuesta
en la hora en que el hombre
penetra -a mano armada-
en la vida indefensa de otros hombres.
Súbitamente arteras,
las raíces del ser nos estrangulan.

Y nada está seguro de sí mismo
ni en la semilla en germen,ni en la aurora la alondra,
ni en la roca el diamante,
ni en la compacta oscuridad la estrella,
¡cuando hay hombres que amasan
el pan de su victoria
con el polvo sangriento de otros hombres!

FULL DE REINAS - SONIA MANZANO

Por la simple fricción de las palabras
se llega al éxtasis.
En ésta, mi primera relación con el texto,
textualmente me revuelco en el lenguaje.

Entreabro los labios para decir "esta boca es mía",
pero no sé si soy yo la que por esta boca está hablando.
No importa que nadie me recuerde en este último día
tan parecido al siguiente.

Algo que no es la rosa de otros días
fluye entre los muslos,
desangra para siempre entre los labios
la rosa que no vuelve.

LA CONVERSIÓN - RENATO LEDUC


Prólogo

Pensamos que ya era tiempo de ser románticos,
y entonces
confeccionamos un paisaje ad-hoc,
saturado del más puro idealismo,
y barnizamos la luna
de melancólico color.

Adquirimos también
una patria y un dios
para los usos puramente externos
del culto y del honor.

(Vertimos por la patria
medio litro de sangre;
comulgamos con ruedas de molino
por el amor de Dios.)

¡Ah!… y teníamos una dama
propia para el corazón.
Usaba las manos blancas,
un albo cuello de cisne
y los ojos insolubles
a la temperatura del alcohol.
Era una dama Capuleta,
hábil para charlar en el balcón.

Naturalmente, Chopin
y algunas otras cosas similares,
nos hicieron llorar más de una vez,
pero justificamos nuestro llanto
con el capcioso: ¿Quién que es, no es?
Y otras veces
llorábamos también por la exquisita
banalidad de nuestra vida
ida.
Cuando
vicios, virtudes y personas notables
bailoteaban
sobre la cuerda de nuestra ironía,
como muchachos locos, en la escuela,
o como tiples en la pasarela.

Y al fin fuimos cristianos
por esnobismo.
Necesitábamos precisamente
algún egregio sembrador de dudas
y en un baile de máscaras
la rubia Magdalena nos presentó a Jesús.

Y sucedió, porque al atardecer
las pasiones jocundas acallaron
su estentóreo fulgor de dinamita.
Éramos mansos de corazón
y la carne del Cosmos era de una
estupenda belleza hermafrodita.

De “Algunos poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en cierto modo innecesario” 1933

EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR - DEREK WALCOTT


El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.

FELICES LOS NORMALES - ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR


A Antonia Eiriz

Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras.
Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,
Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos
Que sus padres y más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes.
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE - XAVIER VILLAURRUTIA


Amar es una angustia,
una pregunta,
una suspensa y luminosa duda;
es un querer saber todo lo tuyo
y a la vez un temor de al fin saberlo.
Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.

Amar es una cólera secreta,
una helada y diabólica soberbia.

Amar es no dormir cuando en mi lecho
sueñas entre mis brazos que te ciñen,
y odiar el sueño en que, bajo tu frente,
acaso en otros brazos te abandonas.

Amar es escuchar sobre tu pecho,
hasta colmar la oreja codiciosa,
el rumor de tu sangre y la marea
de tu respiración acompasada.

Amar es absorber tu joven savia
y juntar nuestras bocas en un cauce
hasta que de la brisa de tu aliento
se impregnen para siempre mis entrañas.

Amar es una envidia verde y muda,
una sutil y lúcida avaricia.

Amar es provocar el dulce instante
en que tu piel busca mi piel despierta;
saciar a un tiempo la avidez nocturna
y morir otra vez la misma muerte
provisional, desgarradora, oscura.

Amar es una sed, la de la llaga
que arde sin consumirse ni cerrarse,
y el hambre de una boca atormentada
que pide más y más y no se sacia.

Amar es una insólita lujuria
y una gula voraz, siempre desierta.

Pero amar es también cerrar los ojos,
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo
como un río de olvido y de tinieblas,
y navegar sin rumbo, a la deriva:
porque amar es, al fin, una indolencia

CANSANCIO - VICTORIANO CRÉMER


A tu embate me rindo. Ya no lucho
por conseguir tu beso. Estoy cansado,
y a través de la carne luminosa
he conseguido ver. Saber de ti.

Tú, tan remota, tan alejada siempre
del caudal de esta sangre, te has entrado
como un viento en las venas y tu furia
desordenó la gracia de mis trigos.

Me llegan las palabras, de ti misma,
y en ti, cuajada, queda la mirada.
Soy un ajeno mármol que rechaza
tus calientes caricias de pantera.

Perseguías girar en mis hogueras,
azotarte en mis llamas, reclinarte
sumisa entre mis cardos violentos,
mientras la sangre choca y se devela.

Pero ya no es posible. Estoy cansado;
seco como una estrella. Ya no lucho.
Sonrío, contemplando hombres de sueño,
buscándote en callejas temerarias.

QUINTO - MANUEL JOSÉ ARCE LEAL


Nada de ésto es así.
Esta no es nuestra tierra.
Ni ésta ni cualquier otra ni el agua.
Yo soy un desterrado.
Todavía mi espalda tiene dolor de alas.
Nunca podré aprender a tocar las monedas:
Se palpan
se acarician,
se toman fieramente,
¿o se les busca algo?
Yo soy un desterrado,
un extranjero,
un intruso que se halla entre nosotros
con un martillo absurdo entre las manos
y un impulso distinto
que me lleva
por camino contrario.
No soy de aquí.
No sé de dónde vine.
Y no sé a dónde voy.
No me gusta.
Nada de ésto me gusta.
Me irritan vuestras caras de organismo.
Me molestan estas vuestras palabras que ahora uso.
Nada de esto me gusta.
¡Quién me obliga a necesitar de esto que no me gusta?
Mirad,
vengo a deciros,
¡pero no!¡
Qué nos importa!
Yo no soy de los vuestros.
Todavía mi espalda tiene dolor de alas.
Y vuestras rabadillas tienen dolor de colas.
Yo fui un ángel, primero;
después, fui un gran silencio
y un día seré Dios.
Vosotros fuisteis micos
y seguís siendo micos.
Después seréis gusanos y excremento.
¡Os excomulgo de mi credo limpio!
¡Os destierro del cosmos que sostengo!
¡Os clausuro la entrada de la vida que vivo!
¡Os expulso de todo!
Y sin embargo sigo entre vosotros,
y usando las palabras de vosotros,
y usando las palabras de vosotros.
Compartiendo temores y miserias
hambre, muerte, cansacio-
que no van con mis alas.
Yo soy un desterrado.
¡Pero algún día volveré a mi reino!

PERO YA NO HAY LOCOS - LEÓN FELIPE


Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario fantasma del desierto y ... ni en España hay locos.
Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo.
Oíd... ésto,
historiadores... filósofos... loqueros...
Franco... el sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios,
en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho,
y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno,
con el pulso normal, con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos...
El sapo iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios...
y yo, callado, aquí, callado, impasible, cuerdo...
¡cuerdo!, sin que se me quiebre el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio? (yo pregunto, loqueros).
¿Cuándo enloquece el hombre? ¿Cuándo, cuándo es cuando se enuncian los conceptos
absurdos y blasfemos
y se hacen unos gestos sin sentido, monstruosos y obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice por ejemplo:
No es verdad. Dios no ha puesto
al hombre aquí, en la Tierra, bajo la luz y la ley del universo;
el hombre es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y del camello?
¿Cuándo si no es ahora (yo pregunto, loqueros),
cuándo es cuando se paran los ojos y se quedan abiertos, inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se cambian las funciones del alma y los resortes del cuerpo
y en vez de llanto no hay más que risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos
que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora... ¿cuándo se pierde el juicio?
Respondedme loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos el mecanismo del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario fantasma del desierto
y... ¡Ni en España hay locos! ¡Todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo!...
¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué bien marcha el cerebro!
Este reloj..., este cerebro, tic-tac, tic-tac, tic-tac, es un reloj perfecto...,
perfecto, ¡perfecto!

NUEVO HORARIO - RICARDO DÁVILA DÍAZ FLORES

A la madrugada en punto, antes de que despiertes, escribiré cuatro libros de poesía.
Al quince a las sol, besaré tu boca, tu cuello y ejerceré mis versos en tu cuerpo.
De ahí hasta las mediodía, nos esconderemos del tiempo.
A las viento y tarde, bailaremos en el cielo, plantaremos un árbol, visitaremos al abuelo.
A las sol y media, declararemos victoria frente a la televisión y el dinero.
A las sombra de la tarde, nos fugaremos entre risas y juegos.
Entre las sol y el ocaso, tomaremos nuestras manos, conversaremos con los perros, fumaremos un cigarro y preguntaremos cosas.
A la luna exacta, bajo un cielo tupido de besos callados, mis manos, espejos de tu cuerpo, recogerán la lluvia que resbala por las mejillas del aire, tus mejillas;
hablarán de caricias hasta que sea la madrugada en punto y retorne yo a mis versos.
Así rodarán los días a partir de mañana.
Te lo digo desde ahora, para que mandes al carajo los relojes.

ESCRIBIR (FRAGMENTOS) - CHANTAL MAILLARD

escribir

para curar
en la carne abierta
en el dolor de todos
en esa muerte que mana
en mí y es la de todos

escribir

para ahuyentar la angustia que describe
sus círculos de cóndor
sobre la presa

aunque en el alma no

en el alma
la estimación del tiempo que concluye
y es arriba
algo más que un silencio
con ojos semiabiertos

escribir

como condescendencia y como rebeldía
sin elección
sin pausa
porque se va la luz, las fuerzas
se le acaban
y el ser se va de vuelo
en las garras de un ave
carroñera

escribir
para decir el grito
para arrancarlo
para convertirlo
para transformarlo
para desmenuzarlo
para eliminarlo
escribir el dolor
para proyectarlo
para actuar sobre él con la palabra

[ ]

escribir para curar
escribir para guarecerse
escribir como si cerrase los ojos
para no cerrarlos
para mover la mano y seguir su curso
para sentirse viva
AÚN
para aplazar la angustia
como simulación
para guiar la mente y que no se desboque
para controlar lo controlable

escribir

como quien deja la luz encendida
y duerme de pie sobre sí mismo
para saldar las cuentas con el miedo

escribir
para reorganizar

escribir
sin hacer concesiones

escribir
como quien des-espera
para cauterizar
para tomarle las medidas al miedo
para conjurar
para morder de nuevo el anzuelo de la vida
para no claudicar

escribir
para apuntar al blanco

escribir
con palabras pequeñas
palabras cotidianas
palabras muy concretas
palabrasojo
palabras animales
palabras
bocadegatoásperas
por dentro y por fuera
suaves como “tal vez”
palabraslatigazo
como “demasiado” y “tarde”

escribir

para no mentir
para dejar de mentir
con palabras abstractas
para poder decir tan sólo lo que cuenta

decir que a las once
de la noche de hoy
mientras la luz calienta
el lado izquierdo de mi almohada
y la sábana verde se desdobla
en el espejo del armario
estoy en mí
en el lugar en que acostumbro
a encontrarme
en este aquí hecho de extraña
duración en lo mismo
repitiéndome
la carne dolorida
los huesos lastimados
los nervios, la piel
tirante, amoratada
el pelo encanecido
el grito sólo postergado
y hoy a las once
de la noche de hoy
mientras la luz calienta
el lado izquierdo de mi almohada

muere un niño
o dos o no sé cuántos
mueren y una anciana dice
sus últimas palabras
o no las dice y muere
y es otra la que habla
pero no habla, dice
apenas dice y muere
sin decir
apenas
nada
y algo se me atraganta
tal vez un alarido
largo como las once horas de esta noche
o tal vez la conciencia
que duerme encendida
como una lumbre la conciencia
de todos los que mueren
como una fogata
un espantoso incendio
que prende en las ventanas
de la ciudad y en el mar no se apaga
una conciencia absurda
una antorchahorizonte
la conciencia de todos los que saben
que se están acabando
en sus huesos de antorcha
hoy, mañana, siempre

escribir

todas las muertes son mi muerte
mi grito es el de todos
y no hay consentimiento
escribir

¿para consentir?
¡escribir para rebelarse!
no hay lugar para plegarias
no hay lugar para el sosiego
el ajuste de las almas
se hace en rebeldía

Estamos solas
y nos pertenecemos.
En nosotras está el poder
Somos un pueblo de almas
en rebeldía
¡Despertad!
Lo que escribo aquí
se traza en el aire
el dolor es la senda
el dolor es el medio
por el dolor la fuerza
que combate el dolor
y lo transforma
por el dolor deshago
mi dolor en lo ajeno
y el ajeno en el mío

escribir
para des-esperar
por todos los que están
por todos
los que fueron
los desaparecidos
escribir para cuidar
sus des
apariciones
para alimentarlas
para que no se enturbien
no tan pronto
no tan siempre
pronto

[ ]

escribir

[ ]

¿y no hacer literatura?…
¡y qué mas da!:

hay demasiado dolor
en el pozo de este cuerpo
para que me resulte importante
una cuestión de este tipo.

Escribo

para que el agua envenenada
pueda beberse.

AUTOCENSURA - ROMÁN LUJÁN

No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas
Oliverio Girondo

No escribo nada
Llevo noches corrigiendo balbuceos
podridos desde el útero
alimentando de palabras al reptil
que gira en mi cerebro y lo envenena
Aborto ideas antes de concebirlas
en tanto el primer verso
devora a los siguientes
en un afán caníbal de silencio
Debajo de mis párpados
los sueños
justo antes de soñarlos se vuelven pesadillas
que jamás recuerdo
y me despiertan
temblando
sin memoria
inquilino de un cuerpo
que disuelve la noche
sin saberlo

LAS PALABRAS PERDIDAS - GONZALO MÁRQUEZ CRISTO

Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.

Un alud de imágenes nos extravía la palabra; acudimos al grito y al llanto, a veces a la indiferencia, pero sabemos que necesitamos de la guerra para ser inocentes.

Todo lo ha ofrendado la ceniza.

Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden encontrarnos.

Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.

La verdad -es decir lo prohibido-, impone su reino de terror... y hemos decidido habitarlo con las manos entrelazadas.

Creímos que la poesía nos enseñaría a morir...

Persistimos... Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima. Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una morada invisible.

A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.

Y cuando todos duermen escribimos... Pero un poema es el fósil de un sueño, el cadáver de un dios...

¿Aún podremos salvarnos?

DESTRUCCIÓN DE LA POESÍA - MARCELO FAGGIANO

Oprime el lápiz contra el papel
y por más que se esfuerza
el poema feliz no surge de ese amor.
Obstinado insiste en transformar en oro
el resplandor de esa mujer que le incendia el ánimo,
quisiera traducir
el terciopelo de sus piernas, el reposo de esos muslos
fundados para el asombro, su filosofía vertebral,
eléctrica y danzante, al compás de su cabellera,
el arco de sus formas, tensando y tensando,
las salvajes palabras del amor en caída libre.

Y por más que insiste
no consigue la alquimia que transforma
a esos pájaros que en bandadas atraviesan sus gestos,
al espectáculo de tenerla entre los brazos,
en fin, de tanta y vulgar sensiblería erótica
con anhelo de artificio, de circo, de feria poética,
de reina que reina y enloquece y demuele la poesía.

SOBRE LA CONTRADICCIÓN - ALDO PELLEGRINI

Si extiendo una mano encuentro una puerta
si abro la puerta hay una mujer
entonces afirmo que existe la realidad
en el fondo de la mujer habitan fantasmas monótonos
que ocupan el lugar de las contradicciones
más allá de la puerta existe la calle
y en la calle polvo, excrementos y cielo
y también ésa es la realidad
y en ésa realidad también existe el amor
buscar el amor es buscarse a sí mismo
buscarse a sí mismo es la más triste profesión
monotonía de las contradicciones
allí donde no alcanzan las leyes
en el corazón mismo de la contradicción
imperceptiblemente
extiendo la mano
y vivo.

QUISIERA TENER VARIAS SONRISAS - CONCHA MÉNDEZ

Quisiera tener varias sonrisas de recambio
y un vasto repertorio de modos de expresarme.
O bien con la palabra, o bien con la manera,
buscar el hábil gesto que pudiera escudarme…
Y al igual que en el gesto buscar en la mentira
diferentes disfraces, bien vestir el engaño;
y poder, sin conciencia, ir haciendo a las gentes,
con sutil maniobra, la caricia del daño.
Yo quisiera ¡y no puedo! ser como son los otros,
los que pueblan el mundo y se llaman humanos:
siempre el beso en el labio, ocultando los hechos
y al final… el lavarse tan tranquilos las manos.

NO VERTE - GERARDO DIEGO

Un día y otro día y otro día.
No verte.

Poderte ver, saber que andas tan cerca,
que es probable el milagro de la suerte.
No verte.
Y el corazón y el cálculo y la brújula,
fracasando los tres. No hay quien te acierte.
No verte.
Miércoles, jueves, viernes, no encontrarte,
no respirar, no ser, no merecerte.
No verte.
Desesperadamente amar, amarte
y volver a nacer para quererte.
No verte.
Sí, nacer cada día. Todo es nuevo.
Nueva eres tú, mi vida, tú, mi muerte.
No verte.
Andar a tientas (y era mediodía)
con temor infinito de romperte.
No verte.
Oír tu voz, oler tu aroma, sueños,
ay, espejismos que el desierto invierte.
No verte.
Pensar que tú me huyes, me deseas,
querrías encontrarte en mí, perderte.
No verte.
Dos barcos en la mar, ciegas las velas.
¿Se besarán mañana sus estelas?

LISTA DE COSAS QUE NO ENTIENDO - ALFONSO GUMUCIO DAGRON

Una golondrina rayando el cielo.
Tanta música en los bosques.
La humedad de un látigo de sauce.
Sus lágrimas, su aspecto acongojado.

Una hilera de palomas idénticas
sosteniendo el alero de un tejado.
Una estatua más hermosa mutilada.
Un balcón que se descuelga quejumbroso.
El rocío, los charcos, las ranas.
Las estampillas que van y vuelven
cargadas de promesas.
Un callejón vacío y en el fondo
no tanto, en último plano
la primera estrella de la noche.
El frío de un limón que me desgarra.
La arena que llena tu busto dormido.
La imperfecta pieza de cuarzo salvaje
en que te miro. Tus sonrisas varias.
No entiendo, no entiendo nada.
Vamos a ver. ¿Para qué
tantas cosas inútiles?
¿Cómo justifican su existencia?
No entiendo esta infinita
variedad de sutilezas.
La piel blanca de la nieve
que acabo de herir, la sangre que brota
de mi labio partido, partidos
tus muslos, tu humedad, partida

y lejos.

ANTES DEL OLVIDO - DELFINA ACOSTA

Acaso es tarde.
No importa ya
que con favor del diablo
coloque mis jazmines en la acera,
mi zapato de tierra
en la ventana,
y me quede
en cuclillas,
aguardando,
que alguien golpee de una vez mi puerta.
No importa ya
que con las gotas
de un día que en la fiesta fue lluvioso,
yo moje mis cabellos y mejillas,
y me quede sentada,
parpadeando,
sobre el sillón de mimbre, en la penumbra.
Acaso es tarde.
Acaso el tiempo
me llegó de golpe
por andarme de madre,
por andarme de hija,
y este fuego nocturno
que sube por mis huesos,
este aullido feroz
que levanta mi sangre,
ya no son señales
para llamar a nadie.

LA ADVERTENCIA - EULER GRANDA

Un día
le regalan a uno
una palabra
y uno la pone al sol,
la alimenta,
la cría,
la enseña a ser bastón,
peldaño,
droga anticonceptiva,
garra,
analgésico,
brecha para el escape
o parapeto.
Uno le saca música,
la pinta,
la vuelve más pariente
que un hermano,
más que la axila de uno.
Uno la vuelve gente
y en los instantes débiles
hasta le cuenta
las cosas subterráneas de uno;
pero cría palabras
y un día te sacarán los ojos.

SI EL CORAZÓN DE UN VERDADERO AMANTE - JUAN BOSCÁN

Si el corazón de un verdadero amante,
y un continuo morir por contentaros,
y un extender mi alma en desearos,
y un encogerme, si os estoy delante;

y si un penar con un sufrir constante,
satisfecho y contento con miraros,
y un derramar mis pasos por buscaros,
preguntando por vos a cada instante;

y si un tener mi razonar compuesto,
en hablándoos, sin más, luego turbarme,
con un grande embarazo y desvarío,

los accidentes son que han de llevarme
con público pregón a morir presto,
la culpa es vuestra y el dolor es mío.

LOS MONSTRUOS NUNCA MUEREN - CARLOS MARZAL


Los monstruos nunca mueren.
Si crees que retroceden, si parece
que han olvidado el rastro de tus días,
tus lugares sagrados, tus rutinas,
el bosque inabarcable de tus sueños;
si sonríes porque ya no recuerdas
la última noche en que te atormentaron,
ten por seguro que darán contigo.
Y entonces pisarán donde tú ya has pisado,
incendiarán tu bosque, tendrás cita
con ellos en su cama, jugarán con tus cartas,
beberás de su copa
y soñarán por ti castigos impensables.
Los monstruos nunca mueren.
Viajan dentro de ti, regresan siempre.
Son los pasos que escuchas
en el destartalado desván de la conciencia,
el ruido del somier de dos que follan
en el cuarto contiguo en que no hay nadie.
Los monstruos son las sombras chinescas que proyecta
un insomne demonio en la pared,
o el salvaje aleteo de un pájaro invisible
en un cofre cerrado; la llamada
en mitad de la noche, sin respuesta,
y es la respiración del monstruo
la que está al otro lado, jadeando.
Son el centro de un ojo
que no puede dormir,
porque no tiene párpado.
Pasa el tiempo, se pierde,
la memoria se pudre,
desolladero abajo de nosotros.
El amor se consume por obra de su fuego.
Los secretos terminan traicionándose,
cede la fiebre, el sol declina,
se nos muere la dicha del que fuimos,
el que somos se muere sin saberlo.
Pero los monstruos no.
Los monstruos nunca mueren.

POÉTICA - MANUEL BANDEIRA

Estoy harto del lirismo comedido
Del lirismo bien educado
Del lirismo funcionario público con libro de
registro expediente protocolo y
manifestaciones de aprecio al señor director

Estoy harto del lirismo que se detiene para
buscar en los diccionarios el cuño vernáculo
de un vocablo

Abajo los puristas
Vengan todas las palabras sobre todo los
barbarismos universales
Todas las construcciones sobre todo las
excepcionales
Todos los ritmos sobre todo los innumerables

Estoy harto del lirismo enamorado
Político
Raquítico
Sifilítico
Del lirismo que capitula ante lo que fuera
de sí mismo

Además no es lirismo
Será contabilidad tabla de cosenos secretario
de los amantes con cien modelos de cartas y
las diferentes maneras de agradar a las
mujeres, etc.

Prefiero más bien el lirismo de los locos
O el lirismo de los borrachos
El difícil y punzante lirismo de los borrachos
O el lirismo de los clowns de Shakespeare.

No quiero saber nada del lirismo que no es
liberación.

AMOR SÁDICO - JULIO HERRERA Y REISSIG

Ya no te amaba, sin dejar por eso 
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, y sin embargo, el beso
de la repulsión nos unió un instante…

Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante,
ya no te amaba, y me turbé, no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.

Y ya perdida para siempre, al verte
anochecer en el eterno luto,
mudo el amor, el corazón inerte,

huraño, atroz, inexorablehirsuto,
jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel minuto! 

KODAK PAPER I - LUIS YUSEFF

Hay días en que me prohíbo tener amigos.
Sin embargo tengo amigos.
Los he amado con el ardor de la pólvora mojada en la garganta.
Con el delirio del que está viviendo sus últimos días
y posee sólo algunos pájaros que alimenta entre las manos.
Cosas sin sentido: Tal vez porque no tienen ya sentido
las cosas. Y duele como si pegara el rostro al fuego de la lámpara
donde ardía la mariposa de tus juegos nocturnos.
De tu llegada a deshora pidiendo un poco de conversación.
Palabras que sirvieron de consuelo
para que el deseo no terminara entristeciéndonos.
Soledad del tercero que podías ser tú. O yo.
Todo dependía de la habilidad conque desplazabas
las sombras sobre la cama.
Cosas que sólo entendemos los dos. Sabes cuánto oprimen.
Hubiera querido celebrar juntos el año del conejo.
Bebernos de un golpe las tristezas
como en los tangos de Contursi.
Tenerte por sabio y hermoso. Recibirte con la noche
rezumando en el cristal de la taza
donde bebías el primer café de la mañana.
Tenías peces. Cerámicas. Graffitis en las paredes.
Me imitabas. Uno termina pareciéndose a lo que ama (recuerdas?)
Cómo temblaba tu voz.
El plomo de la traición cuajando. Y unas pocas palabras
para justificar. Palabras que terminaron por confundirnos
tratando de escribir el nombre de las ciudades
a las que soñabas (sueñas) partir algún día.
Groningen. Hamburg. Poznan. Países de hielo.
Versos que serán de agua entre tus manos.
Altas cumbres y tú que pedías un poema para el amor
que hace figuras de barro.
País de hielo. Miro la fotografía donde posas.
Llevas mi camisa negra.
Tratas de hurgar en la lujuria balcánica.
La punta del deseo.
El labio que escupa sobre las sábanas tu esperma.
País de hielo ya nada puedes hacer
para acabar con los días en que me prohíbo tener amigos. 

HUELO MAL - GONZALO OSSES A VILCHES

Huelo a muerte en estos días, huelo a olvido,
a poema inacabado, a tristeza, a pecado.
Huelo a estorbo de recuerdos, a Navidad de niños huérfanos.
A polvo puesto, a caras parcas, a espermios muertos.

Huelo a negro de conciencias, huelo a entierro,
a ciudad contaminada, a estribillo sin solfeos.
Huelo a guerra en Medio Oriente, a delirio en Occidente,
a luna talada, a deseo insatisfecho, a ensoñación castrada.

Huelo a lejanía del mar, huelo a censura,
a amores descompuestos, a la lujuria del cura.
Huelo mal, como a fracaso, como a podrido,
como a derrumbe y nostalgia, como a hambre de esperanza.

Huelo y pervivo, huelo y presiento, huelo y escribo;
Huelo y sé que algo ha de morir por tal olor…
Algo con mis formas, mi teléfono, nombre y dirección
Algo que se parece a mí pero que no soy yo.

Hoy. Huelo a hoy…
Huelo a cuando ya es tarde para todo

LA ÚNICA MUJER - BERTALICIA PERALTA

La única mujer que puede ser
es la que sabe que el sol para su vida empieza ahora
la que no derrama lágrimas sino dardos para
sembrar la alambrada de su territorio
la que no comete ruegos
la que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo
y es tierna sin vergüenza y dura sin odios
la que desaprende el alfabeto de la sumisión
y camina erguida
la que no le teme a la soledad porque siempre ha estado sola
la que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia
y la ejecuta con gracia
la que se libera en el amor pleno
la que ama
la única mujer que puede ser la única
es la que dolorida y limpia decide por sí misma
salir de su prehistoria.

POEMA AL AMOR PROHIBIDO - GEORGE RIVERÓN PUPO

Terminada la función
las bailarinas se besan apasionadamente

mientras retiran el maquillaje de sus rostros
El escenario es ahora un país inhabitado
donde danzaron bajo las luces
las extrañas muchachas que se aman

Hay fuego ardiendo en las pupilas del acomodador
que muere ensimismado
y se levanta muerto
y echa a andar despaciosamente
dejando atrás el acto feroz del amor prohibido

Las bailarinas comienzan su danza metafórica
su danza solitaria de los siete velos
y la música se eleva desde el alma
y el corazón les estalla con sus luces de neón
con sus alas abiertas
dispuestas para el vuelo

Detrás de los espejos
las bailarinas asisten a una función eterna
sin más vestuario que su propia desnudez
mientras afuera llueve
y el acomodador baña su única muerte
y se va feliz
feliz
cantando su honda soledad.

Uno (Santiago Pessoa)


Tengo ganas de escribir palabras que corran por la conciencia sin olvido, agarrándose de la memoria hasta sus últimas consecuencias, palabras que impidan el paso de la marginalidad del tiempo por aquellos sucesos que poco a poco se van transformando en tan sólo algo más de la inercia inevitable del pasado. Quisiera marcar un gran momento en la historia con algunas palabras sencillas, mover terremoto todas las almas; quizá así no les quede más remedio que escuchar.

Pero las palabras no bastan para cambiar el mundo, las palabras, a riesgo de parafrasear a Gelman, no comprarán entradas a cine, ni conquistarán corazones. Qué no le gustaría más a un usuario de la humilde herramienta de la palabra escrita.Sé que no cambiaré el mundo con estos trozos de idioma, no cambiaré ni siquiera mi país, mi ciudad, mi familia. Las palabras no lograrán nunca alcanzar el poder de la acción. Soy ambicioso, o no y me engaño, o simplemente es algo a mi manera personal y distraída, irresponsable, y en parte por esto siempre que escribo es una pequeña derrota. Y me digo que las derrotas son necesarias, pero también tengo fe de que las palabras son el alma de las acciones. De que sin las palabras no seríamos estos seres autonombrados humanos, sin las palabras no habría manera de hacer reaccionar a los demás, no tendríamos la más mínima posibilidad de ser parte de un todo. Sin el discurso no forjaríamos el personaje que pasará al escenario. Sin el discurso no lograríamos ganar el interés del personaje que es el público.Así que escribo. Algo de esperanza es la fuerza, algo de carácter la entereza. Quizá no cambie el mundo, pero espero sinceramente ayudar en lo más mínimo a forjar algunos personajes dispuestos al cambio, a la negación de las afirmaciones que por doquier nos bombardean.No siendo más, espero que la sencillez no se pierda.

El episodio de la mujer y los indígenas (Santiago Pessoa)


Mi más reciente preocupación, la humanidad. Se rompe con revólver y cuchillo, con palabra y desprecio, con una mirada vacía de amor y un punto de vista con raíces en tierras de odio infundado.
Una mujer, hace poco, se subió a un bus, con buen vestido y bolso de cuero. Un par de collares, un relicario y de tacones. En el bus iba un grupo de unos quince emberas, hablando en su idioma. Madres con sus hijos, poco espacio dejaban para sentarse a los demás pasajeros. Se entenderá que esto es muy poco común; la mayoría de los indígenas en Bogotá se ven en las calles, en el suelo, pidiendo limosna o, en el mejor de los casos, vendiendo sus collares, mochilas, etc.
La mujer pagó su pasaje, pero cuando se dio cuenta de con quiénes iba compartiendo el bus tuvo un primer impulso de bajarse. Los y las miró con desprecio. Se sentó lo más alejada que pudo de este grupo de indígenas y mirando de reojo con el mismo desprecio.
Tomó su billetera del bolso, la agarró con ambas manos y la protegió cruzándose de brazos y poniendo la billetera entre ellos y su pecho.
Los emberas no se dieron por aludidos, seguían conversando y la señora finalmente se quedó dormida.
Poco antes del aeropuerto la señora se bajó (tenía que atravesar a la parte trasera del bus para este fin). Mientras pasaba al lado de los indígenas fue tan fuerte su incomodidad, tan evidente.
Si no se tiene respeto por nuestras raíces, y no se trata a un humano con humanidad, sea hijo(a), padre(madre), amigo o enemigo, indígena, indigente, empresario o presidente, ¿qué se espera del futuro?

Escribir en un día cualquiera


Escribir así, como si fuera el día, como si fuera el sol que a diario alumbra lo que se desprende.
Escribir como si fuera el agua que brota de la tierra; no sus lágrimas, no su sangre: su simiente.
Escribir sin saber adónde, o a cuántos. El lugar es el mundo, la cantidad lo suficiente.
Escribir con las manos desatadas, con los labios de los ríos, con los besos de las fuentes.

Escribir amigo del silencio, padre del juzgado, hijo del justo, hermano del odiado.
Escribir de un árbol y su hoja, de un hijo y su cuidado, de un campesino y su arado.
Escribir el hambre y lo que dudo, lo débil y lo absurdo, lo gentil, lo esperanzado.
Escribir con un dios y una serpiente, un jardín y lo prohibido, un vacío y su cayado.

Conservarle su honor (Fernando Garavito)


"Al menos una vez en la vida -dice Saramago-, cualquier cronista o literato que no acaba de dar con un tema hace su glosa personal de la puesta del sol". Y es verdad. Anoche fue mi turno. Serían, tal vez, un poco menos de las siete de la noche, cuando Manuela y yo nos lanzamos a recorrer "las solitarias calles de la aldea".
El buen crepúsculo de Parra brillaba en todo su esplendor, y el viento levantaba su voz para contar de las cosas más cristalinas de la vida, del canto de los pájaros preparándose para dormir, del sonido del viento entre los árboles, de presagios del ángelus que ya pasó, y del ángelus que algún día volverá a ser el mismo. Había algo de poesía en el ambiente, y mientras Pip, nuestro viejo perro de toda la vida, corría de un lado a otro olisqueando conejos inexistentes, y sabíamos que en la cocina las ollas cantaban en ese mismo momento su canción de olores y de sabores, algo hondo pareció tocarnos con una tenue mano de soledad, de distancia, por qué no decirlo, de melancolía. Caminábamos en silencio, ella una niña que comienza apenas a convertirse en una hermosa muchacha, yo, hecho tal vez un nudo ciego de recuerdos, de voces idas, de preguntas que jamás llegué siquiera a plantearme. De pronto, la voz de mi hija rompió el hechizo.
- ¿Por qué estás triste? -me preguntó-. Mira el azul del cielo. Oye el viento. Mamá nos espera. Estamos juntos. Tal vez acá comencemos a ser felices. ¿Qué sucede?
No tuve respuesta. En efecto, acá podríamos comenzar a ser felices. Pero entonces, la vieja palabra de mi padre surgió dentro de mí, incontenible.
- Mira -le dije-, voy a cantarte una canción que me enseñó papá cuando fui su alumno en la escuela primaria. ¿Te parece?
Y, sin esperar respuesta, le canté con mi quebrada voz de muchos años, el himno que alguien escribió cuando nos enfrentamos a un Perú que no era nuestro Perú sino el Perú de Sánchez Cerro:
Si algún día a la frontera
me llamara el deber,
me llamara el deber,
abrazando mi bandera,
volaría sin temer,
sin temer.
Colombianos al mirar
la bandera ondular,
prometamos con valor
conservarle su honor.
Colombianos al mirar
la bandera ondular,
prometamos conservarle su honor,
con valor, conservarle su honor.
Levantamos la vista: una bandera que no era la nuestra ondulaba sin cesar en el arrebolado aire de la tarde.
- No estoy triste -le dije con las lágrimas pugnando por salir sin que ella se diera cuenta-.
Pero lo cierto es que ya no podemos hablar del honor de nuestra bandera.
Ella permaneció en silencio. Lo sé, las niñas de doce años no tienen por qué pensar en banderas ni en honores ni en países ni en circunstancias. Piensan, creo yo, en las muñecas que comienzan a dejar olvidadas dentro de los armarios, y, tal vez, en la inquietud que les despierta encontrarse con un determinado muchacho mientras caminan por los pasillos de la escuela.
Entonces, sabiendo que era apenas un monólogo inaudible para ella, para todos, seguí el decurso de mi pensamiento. Afuera caían las sombras vorazmente sobre la tierra, y Pip, indiferente a todo, caminaba junto a nosotros esperando ver pronto la puerta por donde podría entrar rumbo a su plato de agua.
- Ya no podemos hablar del honor de nuestra bandera -repetí en voz baja -. Es más, ya no tenemos bandera. Lo que va al frente de los batallones y de los desfiles de los sicarios de cualquier pelambre es un trapo de tres colores manchado de sangre. La banda que se tercia sobre el pecho este palafrenero de los Ochoa que ahora dice gobernarnos, no puede ser la misma que lucieron personas transparentes como Murillo Toro, como Santiago Pérez, como Darío Echandía. Me fastidia pensar que la bandera que cubrió el catafalco de Jorge Eliécer Gaitán es la misma que va a ondear dentro de poco en el campamento de los asesinos concentrados en Santa Fe de Ralito. No creo que la bandera de un Congreso donde se oyó la voz de Jorge Soto del Corral sea la misma que preside las sesiones donde participan cerca de cien parlamentarios impuestos por el narcotráfico.
- No conozco a ninguna de esas personas -me dijo Manuela, con lo cual descubrí que yo hablaba más duro de lo que hubiera querido-. Y tampoco sé qué cosa sea un palafrenero.
- No importa -le dije-. Palafrenero es el criado que le sostiene el estribo al patrón para que se trepe sobre el caballo. Y eso es lo que ha hecho este individuo: sostenerle el estribo a Mancuso y a sus narcotraficantes, para que se monten definitivamente sobre el pobre jumento en que se ha convertido Colombia.
- Hablas muy raro -me dijo Manuela-. ¿Jumento es un burro?
- Sí -le contesté-. Jumento es un burro, un asno, una bestia de carga. Pero, más allá, jumento es Colombia. Desde que ese universo oscuro de las multinacionales, convirtió al narcotráfico en la columna vertebral de la economía, Colombia pasó a ser el burro del que unos pocos se aprovechan. Yo sé que el burro está desesperado con la carga que le han puesto encima.
Encima lleva la tragedia de soportar masacre tras de masacre, la tragedia de los desplazamientos masivos, la tragedia del terrorismo de Estado, la tragedia de la corrupción (que no es sólo administrativa), la tragedia de la miseria generalizada, la tragedia de la denegación de justicia, la tragedia de la amenaza internacional, la tragedia del no futuro, la tragedia del dogma inalterable y del silencio, la tragedia del miedo. Sobre todo la tragedia del miedo. Pero eso nos ha llevado a aceptar, sin fórmula de juicio, la solución que nos propone el gobierno de Uribe, que es la de entregarnos con las manos atadas a la delincuencia común. Ante los ojos de un mundo al que le importa un pito qué ocurra en ese rincón plagado de conflictos, Uribe le da status político a sus amigos del narcotráfico y los convierte en sus interlocutores.
Ellos se han apoderado de todo. Hoy son los dueños de las tierras, de las carreteras, de la seguridad, de la justicia, de la administración, de lo que alguna vez se llamó vida, honra y hacienda de los asociados. Pero, lo peor de lo peor, es que esos delincuentes comunes, que forman un todo con quienes nos gobiernan, con quienes nos representan, con quienes manejan una economía miserable que ha llevado a uno de los países más ricos y diversos del mundo a una bancarrota generalizada, son los dueños de nuestras conciencias. No sé hasta qué punto sea lícito convivir en sana paz y compañía con los criminales, y asistir al derrumbe del país como quien no quiere la cosa. Porque en Colombia proliferan las voces que se levantan, erguidas, contra ese estado de cosas, pero que siguen ahí, construyendo dehesas donde se los permite el narcotráfico y el paramilitarismo, disfrutando de la vida y de la rumba barata de fin de semana, estrechando la mano manchada de sangre de los asesinos y gritando ¡qué horror!, ¡qué horror! frente al cadáver de los asesinados. Todo eso es una gran mentira. ¿Tú sabes quién es García Márquez?
No me contestó. Con seguridad, mi largo discurso la había llevado a lugares donde viven los verdaderos pensamientos de las niñitas. Pero yo seguí, como si su ausencia no tuviera que ver nada conmigo.
- Bueno, pues García Márquez se reunió en México con Álvaro Uribe, con el pretexto de apoyar un proceso de paz con el ELN en el que sería garante el gobierno de Fox. Hasta ahí, magnífico. Pero resulta que se prestó a asistir con el palafrenero a una conferencia de prensa, y que, cuando este terminó su discurso, lo aplaudió ante las cámaras de los reporteros. ¡García Márquez aplaude a Álvaro Uribe! Eso no me puede caber en la cabeza, y no lo entiendo sea cual sea el motivo último del aplauso. Como no entiendo muchas cosas, que no voy a decirte porque ese, que es nuestro asunto vital, no es asunto nuestro. Tú me entiendes.
- No te entiendo -me dijo Manuela-. ¿Cómo puede ser que algo que sea asunto nuestro no sea asunto nuestro?
- Mira -le contesté-, lo que es asunto nuestro es el país, no son las gentecitas que gobiernan al país. El país necesita una revolución, una auténtica revolución, que lo ponga patas arriba en todas sus estructuras, que le cambie su forma de pensar, de hablar, de sentir, de enterarse de los acontecimientos. Ya están hechas todas las denuncias, ya se han señalado todas las dolencias, ya se han diseñado todos los diagnósticos, ya se han propuesto todas las soluciones, y seguimos cada vez peor, cada día estamos más y más hundidos en la tragedia de nuestra vida, de nuestro comportamiento. Necesitamos una revolución contra el algodón azucarado en que los medios envuelven las noticias. Una revolución profunda, que estremezca los comportamientos del país, que sustituya, como un cataclismo, toda esa pequeñez que nos circunda. No necesitamos una revolución política o una revolución económica o una revolución educativa o una revolución cultural. Necesitamos una revolución de la conciencia. Si yo tuviera treinta años menos estaría en el país desarmando los ejércitos y armando las conciencias, todas las conciencias, con imágenes, con palabras, con conceptos, con respetos, con pensamientos, con recuerdos, con proyectos, con proyecciones. Pero estoy viejo y me siento inútil y desarmado. ¿Tú sabes quién es Roberto Posada?
- No tengo ni idea -me dijo Manuela.
- Pues no voy a hacerte perder tu tiempo diciéndote quién es Roberto Posada. Pero hace poco me describió como "el olvidado". Y sí, tiene razón, yo soy el olvidado. Un olvidado que piensa que sus pequeñas palabras, que sus denuncias y sus rabias, que sus reflexiones y querencias, que los artículos que envía, tienen algún interés, sirven para algo. No. Estoy convencido de que no sirven para nada. Eso de escribir es para Molano, ¿tú sabes quién es Molano?
- No tengo ni idea -repitió Manuela.
- Molano es un hombre muy valioso, que me escribe para decirme que está feliz en La Calera y que vive cerca de sus hijos y que cuida a sus animales y que cumplió 60 años.
- Como tú -anotó Manuela.
- Como yo. Yo también voy a cumplir 60 años. ¡Sesenta años! Y sigo haciendo lo mismo que hacía hace tiempo, cuando el país era un país que cuidaba el honor de su bandera. Ya no vale la pena. He resuelto callarme. Todos los esfuerzos que he hecho terminaron por ser inútiles y anodinos.
- ¿Qué cosa es anodinos? -preguntó Manuela.
- ¿Anodinos? Anodinos es que no se conocen, que no le importan a nadie. Te aseguro que de las 500 personas que reciben mi artículo semanal, por lo menos 450 lo mandan al reciclaje sin abrirlo. Entonces, ¿para qué sigo en esta bobada? Esta noche voy a escribir mi último artículo, mi artículo de despedida.
- ¿Estás triste? -me preguntó ella.
- Tal vez. Tal vez estoy triste. Pero no estoy triste por mí. Estoy triste por Colombia. Ya llegamos. ¿Quieres que te cante otra vez una estrofa de la canción que me enseñó papá?
- Vale -dijo Manuela.
- Ojalá te la aprendieras. Dice así:
Colombianos al mirar
la bandera ondular,
prometamos con valor
conservarle su honor.
Colombianos al mirar
la bandera ondular,
prometamos conservarle su honor,
con valor, conservarle su honor.
- Qué linda - dijo Manuela.
- Sí -anoté yo-, es muy linda, porque es una canción que creía en Colombia. Hoy los colombianos no creemos en nada, y los que creen no ven que detrás de sus creencias está el horror y la muerte y el crimen y la desgracia.
- Llegamos - dijo Manuela -. ¡Entra, Pip! ¿Cierro la puerta?
- Sí -dije yo-. Y no te olvides de la llave.

Diez

Sobre los ángulos indiscretos poso la mirada de la luna, aquella donde nunca llegará la incertidumbre que nos ataca. Sobre los ángulos indiscretos me surgen claros de luna, buscando las palabras que han de salvarme de la noche. Recoger los pedacitos de luz que van quedando se ha vuelto una tarea ardua, agarrándolos entre las manos como si fueran agua que se escurre, a la que no queremos dejar caer sobre el hirviente suelo de nuestros pesares. Que se evapore no es el mayor problema, al fin y al cabo esa es la tarea de la luz (sí, de la luz). Evaporarse para luego regresar de otras formas que no experimentamos. Hoy ha sido en forma de una mujer que me encanta, que con sus labios suaves y su piel morena acaricia mi existencia. Aunque no lo sepa, o no lo quiera saber, la ternura la embarca, con una mirada cómplice que bajo la oscuridad me dice "ven", y entonces ahí está, en esa mirada, en esos labios, en esa piel quemante, la luz de un día como hoy.